Cada vez son más las startups que se suman a este tipo de negocios colaborativos, donde el núcleo del negocio varía, pero en definitiva consiste en poner en contacto a particulares como modelo de negocio. ¿Quieres transporte? Un hombre o mujer de a pie, sin su licencia necesaria y tributar como tal, puede convertirse en tu taxista, todo ello bajo la administración y gestión de esta startup. ¿Quieres comer? Pues eso, esta empresa se encarga de ponerte en contacto con un amo o ama de casa dispuesto a ganar dinero con su cocina casera. Y a cambio, ¿qué recibes tú? Por supuesto, el ahorro económico. Ahora bien, ese ahorro tiene su coste por otro lado, y es que prescindimos de importantes garantías profesionales.

Nadie dijo que el curso de manipulador de alimentos fuese la cima de la higiene, una garantía de que no te infectará la bacteria escherichia coli. Vale, pero los hosteleros ofrecen garantías y asumen responsabilidades como profesionales de su sector. ¿Que es más caro que comer en casa? Por supuesto, en muchos casos sí, pero estamos pagando por un servicio profesional, y todo lo que eso significa. Ahora bien, la proliferación de las aplicaciones móviles, porque este es uno de los mayores desencadenantes de la cuestión, está provocando que “todo el mundo se crea profesional de todo”. Que no, señores, que no es así.

Por el momento en Francia, el servicio del que hablamos cuenta con 3.000 hogares-restaurante, y puede parecer una cifra muy reducida, pero la evolución de Airbnb en el mismo país muestra cómo se pasó de 7.000 viviendas a 50.000 en sólo 3 años. Casi nada. A modo de opinión personal, y quien quiera que opine en los comentarios, podría quizá llegar a ceder en el transporte y dejar que un desconocido me lleve en su coche, con lo cual tampoco estoy siquiera de acuerdo. Ahora bien, en la boca no me meto cualquier cosa. No penséis mal.

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Fuente: Telegraph | adslzone