No hagas la maleta y busques un búnker, porque el Sol no va a morirse mañana. La realidad es que ese momento está tan lejano que ni tú lo presenciarás, ni tampoco tus hijos o tus nietos. Incluso es posible que, cuando ocurra, ya no exista la humanidad. O quizá nos hemos ido fuera del Sistema Solar y nos da exactamente igual lo que le pase al Sol. En cualquier caso, no chafemos el interés de ver qué es lo que nos cuentan los científicos sobre el destino de los planetas.

El peor destino de todos

Hay tres opciones y la mala noticia es que la Tierra está en el grupo A, el que se lleva la peor parte. No es que las otras posibilidades sean mucho más amables, porque esos planetas también van a ver cómo su presencia en el universo cambia por completo, pero, al menos, no es un destino tan terrible como el que nos espera.

En este primer caso, Mercurio, Venus y la Tierra, están en el grupo de los planetas que serán absorbidos por el Sol. Y, como te puedes imaginar, lo que ocurrirá a partir de ese momento no será precisamente bonito. Los humanos de ese futuro que llegará en miles de millones de años según los expertos, se enfrentarán a un destino terrible salvo que piensen en alguna solución (como colonizar otra parte de la galaxia, algo que ya estamos comenzando a preparar).

¿Qué pasará en los demás planetas?

La siguiente de las consecuencias será la de los planetas que se encuentran en el centro de la distancia del Sol dentro del Sistema Solar. Hablamos de Marte, de Júpiter y de Saturno. En este caso, los científicos tienen claro que habrá un primer efecto que será devastador y que hará que la muerte del Sol destruya las atmósferas de cada uno de los planetas.

Es cierto que esos planetas sobrevivirían en cuanto a su estructura, pero una vez pierdan la atmósfera, la hipótesis dice que cualquier posible presencia de vida (hablamos de miles de millones de años) se encontraría con un trágico final. Pensemos que sería similar a si la atmósfera desaparece de la Tierra. El efecto dominó que eso provocaría sería catastrófico. Se secarían los océanos, las personas morirían en escasos minutos de formas bastante terribles (salvo que se preparasen y estuvieran en lugares ya preparados para la ausencia de la atmósfera) y los animales tampoco sobrevivirían. Por lo tanto, que eso vaya a ocurrir en Marte, Júpiter y Saturno, no es una buena noticia.

Recordemos que uno de los planes que tiene la sociedad en la actualidad es llegar a colonizar Marte. Es una alternativa a la vida en la Tierra por si llegase el momento en el que hubiese que huir. ¿Pero de verdad es un cambio conveniente en el contexto de la muerte del Sol? No lo parece. Si escapamos de ser absorbidos por el Sol, pero nos metemos en un planeta que pierde su atmósfera y que genera unos efectos drásticos, la solución no sería mucho mejor. Esto se aplica a cualquier planeta y no solo a Marte, cuya atmósfera ya sabemos que tampoco es la más conveniente para la vida.

El tercer grupo sería el que formarían Urano y Neptuno, planetas que, por el impacto que tendría el Sol en su muerte, serían expulsados del Sistema Solar en otro final que plantea dudas sobre las consecuencias reales que tendría. ¿Y qué pasaría con el Sol después de todo este proceso? El astro se habría convertido en una enana blanca en la que, eso sí, habría algunos elementos reconocibles. Habrían “sobrevivido” los núcleos de Saturno y Júpiter, los asteroides y los restos que hubieran quedado principalmente de Marte. A partir de ahí, sería una nueva era para el universo. Una era fascinante y terrorífica al mismo tiempo.

 

Fuente: adslzone