Todo ha cambiado para Kazi Albab Hussain desde que ha sido padre. Ha sido entonces cuando se ha comenzado a plantear preguntas en las que nunca habría pensado antes. Pero la realidad de ser padre y de tener que cuidar a un bebé, ha hecho que este investigador piense en muchas cosas. Una de ellas ha sido la forma en la que se ha enfrentado a tener que calentar alimentos para su hijo en el microondas. De lo que ha descubierto ha hablado largo y tendido en una entrevista con Wired.

Plásticos en la comida para bebés

El estudio se ha publicado al completo en Environmental Science & Technology, donde se desvelan interesantes detalles de su investigación. Cuando comenzó a sospechar de lo que estaba pasando, utilizó el microscopio para comprobar la cantidad de microplásticos que había en los envases de la comida para su hijo. Se sintió, en ese momento, «aterrorizado». El volumen de microplásticos que vio fue muy superior a lo que podría haber imaginado.

Y, tal como menciona, no hay que dejar de lado que los estudios que se han realizado con células de riñón demuestran que la exposición a estos microplásticos es simplemente terrible. Indica exactamente que un 75% de las células que se vieron expuestas al envase de la comida para bebés calentado en el microondas murieron en un periodo de solo 48 horas. Pero, como vamos a contarte en las próximas líneas, no ha sido el único descubrimiento que ha llevado a cabo.

El peligro de los nanoplásticos

En su proceso de pruebas, Hussain ha querido ver cómo se comportaban los envases bajo distintos procesos en los que posiblemente se encuentran padres del mundo entero. Lo peor que ha demostrado es que, al calentar estos envases, se están liberando nanoplásticos. Y eso es todavía peor. Esto significa que no solo estamos llevando a nuestro organismo los microplásticos de los que hablábamos antes, sino también estos diminutos trocitos de plástico que son todavía más difíciles de detener.

Lo más preocupante de ello es la manera en la que los riñones actúan cuando estos nanoplásticos se introducen en el organismo. No los filtran como sí pasa con las partículas que tienen un tamaño superior, así que acaban desplazándose por el cuerpo hasta llegar a partes delicadas. Y teniendo en cuenta que estos nanoplásticos son tóxicos, se produce un problema importante que puede acabar poniendo en riesgo la salud de las personas. Con los microplásticos, en cambio, la mayor parte acaba siendo expulsada fuera del cuerpo y no se produce tanto contacto con sustancias tóxicas de gravedad.

El problema es que esta situación se produce en todo tipo de envases, tanto de comida para adultos como para bebés, y todo ello se encuentra preparado para que sea calentado en el microondas. En el momento en el que se produce el calentamiento, los microplásticos o los nanoplásticos se liberan y pasan a la comida. Luego, cuando la comemos, se introducen en el organismo y es cuando los problemas comienzan, siendo algo que, posiblemente, acabemos notando a largo plazo.

¿Hay soluciones? En estos momentos sí hay un plan de viabilidad del que Hussain habla en su estudio y que es optimista sobre cómo cree que llegará el día en el que se utilice, ya sea su idea o una alternativa. Pero el inconveniente principal para que esto ocurra es que se va a necesitar mucho dinero. Es imprescindible comenzar a investigar en la búsqueda de una composición que sea tolerable. Los plásticos tendrían que estar fabricados con polímeros seguros que no liberen sustancias. No es ciencia ficción, pero es difícil.

De todas formas, todos podemos coincidir en el pensamiento que tiene Hussain, que espera que, antes o después, lleguemos a encontrarnos con envases de plástico en los que se indique que no incluyen ningún tipo de microplástico o nanoplástico. ¡Esperemos que llegue el día!

 

Fuente: Futurism | adslzone