En términos muy básicos, el calentamiento global es lo que ocurre cuando dejamos el coche aparcado bajo el sol y entramos después de un par de horas. La temperatura interior es mucho mayor debido a que el calor quedó atrapado en el interior del vehículo. Eso es lo que hacen los gases de efecto invernadero con nuestro planeta. Y ese calor acumulado es energía. De acuerdo con un artículo publicado en Earth System Science Data, el calentamiento global ha atrapado una enorme cantidad de energía en la atmósfera de la Tierra en el último medio siglo.

Los autores del estudio Andrew King y Steven Sherwood, ambos científicos climáticos de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) estiman que, entre 1971 y 2020, alrededor de 380 zettajulios, es decir, 380.000.000.000.000.000.000.000 julios, de energía han sido atrapados por el calentamiento global. Un número tan grande es difícil de poner en contexto pero los autores lo han puesto en perspectiva al comparar la energía con la liberada por las armas nucleares y resulta que es el equivalente a unas 25.000 millones de bombas atómicas similares a la «Little Boy», la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945.

Aún más alucinante, la energía absorbida por el planeta durante este período de tiempo probablemente equivale a solo alrededor del 60% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, por lo que el número real es aún mayor, señalan King y Sherwood. Pero una cantidad tan grande de energía también es desconcertante, porque en base a esa cantidad de calor atrapado en la atmósfera, la temperatura global promedio debería haber aumentado decenas de grados desde la época preindustrial, en lugar de los 1,2 grados Celsius. Entonces, ¿dónde se ha ido toda esta energía extra?

Lo que nos salva son los océanos, por ahora

De acuerdo con los datos del estudio, los océanos han absorbido alrededor del 89 % de la energía (338,2 zettajulios), la superficie de la Tierra ha absorbido el 6 % (22,8 zettajulios), el 4 % (15,2 zettajulios) ha derretido regiones de la criosfera (la parte del sistema climático de la Tierra que incluye nieve, hielo marino, hielo de agua dulce, icebergs, glaciares y casquetes polares) y apenas el 1%  ha permanecido en la atmósfera y ese es el porcentaje que «sufrimos».

Regresando al símil del coche, es como si la mayor parte del calor la hubiera absorbido los tejidos de los asientos, el recubrimiento del techo y el salpicadero: aunque la temperatura interior se ha elevado, de no ser por estos elementos en el coche, sería mucho más alta.

La ventaja es que la mayor parte del calor absorbido por los mares queda atrapado en la parte superior de 1 kilómetro de los océanos y esto es lo que ha ahorrado a la humanidad la peor parte del cambio climático hasta ahora, pero también ha causado aumentos masivos en las temperaturas de la superficie del mar, lo que ha acelerado el derretimiento de los polos, dañado los ecosistemas marinos, aumentado la gravedad de las tormentas tropicales y comenzado a alterar las corrientes oceánicas, que a su vez influyen en la temperatura en tierra firme y el ciclo vuelve a empezar.

Sin embargo, los océanos no protegerán nuestro planeta para siempre, concluyen los autores, por lo que debemos comenzar a disminuir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la descarbonización de la economía global para garantizar nuestra supervivencia futura. «Estamos en una carrera, y hay mucho en juego: garantizar un clima habitable para nuestros hijos y para la naturaleza». La primera solución es obvia: deberíamos bajarnos del coche…

 

Fuente: adslzone