Poco después de las 8.00 de la mañana (las 15.00 en España), comenzaban los protocolos para el lanzamiento de la imponente nave de Elon Musk desde las instalaciones de Starbase en Texas. Imponente por su dimensión, de 120 x 9 metros, pero también por potencia y su ambición.

Cuando todo parecía listo para la salida, el propio magnate, propietarios de la compañía, advertía de la aparición de un problema: “Una válvula presurizante parece estar congelada”. A través de la red social de la que es propietario, la empresa aeronáutica confirmaba que el intento quedaba cancelado por el momento y que comenzaban desde ese momento a trabajar en la siguiente oportunidad.

La nueva fecha podría ser más próxima de lo que cabría esperar, porque se habían reservado el martes y miércoles de la misma semana para otros intentos. Sin embargo, la preparación del evento requiere un margen mayor, a lo que se le suma la necesidad de solucionar el riesgo aparecido durante el primer intento. Por lo tanto, por mucho que queramos especular, habrá que esperar confirmación de Space X.

Han sido hasta el momento 18 años de preparativos y la compañía pretendía añadir esta fecha como un gran hito en el calendario. Tras numerosas pruebas suborbitales, que sirvieron de evaluación al diseño, Space X deseaba dar un paso más allá, aunque hasta hace no muchos días le faltaba el consentimiento de la FAA, la máxima autoridad aeronáutica americana. Poco después de recibir el «Ok», Elon Musk anunciaba a través de Twitter que el intento de lanzamiento tendría lugar sin grandes esperas: este lunes, 17 de abril.

La primera prueba de Starship tendría como misión fundamental la de detectar posibles fallos que puedan complicar sus grandes objetivos: el primero de ellos, volver a la luna. De hecho, y para evitar falsas expectativas, el millonario propietario de la compañía advertía ya hace unos días de la posibilidad de verse obligado a cambiar de idea en el último momento: “Hay muchas posibilidades de que se posponga. Tenemos que ser cuidadosos en la salida. Si sale mal, muchas cosas pueden salir mal”.

En previsión de todo lo malo que pueda ocurrir, en esta ocasión no iba a viajar tripulación a bordo. Ni siquiera se enviarían satélites. No existía una misión diferente a la de probar el modo en que se desplaza la nave. De hecho, tampoco se iba a probarse un aterrizaje a su vuelta. Estaba previsto que el cohete hiciera su entrada en el Golfo de México y que la nave continuara su camino dirección Este para amerizar en un lugar próximo a Hawai.

Evitar un estallido en la salida sería para Musk el primer éxito de este vuelo de prueba. Si se llega a completar todo según lo previsto, Starship podría estar listo para volver a someterse a otra evaluación en un tiempo aproximado de dos años. Habrá que esperar para comprobar cómo de cerca está ese momento.

 

Fuente: adslzone