Esta avería podía haberse evitado…

Uno de los mayores gastos (quizá el que más) a la hora de tener un coche son las averías y el mantenimiento. Una gran parte de las averías son imprevisibles, inesperadas y aparecen en el momento menos oportuno.

Muchos de los vicios normalizados a través de una incorrecta cultura popular del automóvil, son las principales causas de algunas de las averías más frecuentes en el mundo del motor. De todos modos, es verdad que en no pocas ocasiones el mecánico nos avisa de que esa rotura o ese fallo podía haberse evitado por nosotros mismos.

Con todo, sabemos que no todos los coches son iguales ni que todos se comportan igual, ni para bien ni para mal. Por eso, más allá de la práctica de conducir, es importante saber dirigirnos al mismo y comprobar cómo hay ocasiones en las que por errores de nuestra parte hacemos sufrir más al coche de lo que debería.

Qué fallos cometemos

De hecho, son muchos los que no se dan cuenta, pero realizan acciones cotidianas, asentadas por el paso de los años y reforzadas por esa a menudo equívoca cultura popular, que pueden llegar a resultar perjudiciales para el propio coche.

Por ejemplo, esas de circular con el motor demasiado bajo de revoluciones, apurar el depósito al límite o dejar la mano apoyada sobre el pomo del cambio o el pie sobre el pedal de embrague, aparte de poner punto muerto para gastar menos, son todos ellos errores que conviene evitar. Pero hay más…

Conducir en reserva

Debes tener cuidado de no tener esta mala costumbre para tu vehículo, pues conducir con la reserva de gasolina puede producir severos daños a diversas partes importantes del vehículo que posteriormente van convirtiéndose en una reacción en cadena.

Así, cuanto más tiempo circulamos en reserva, más impurezas en el depósito pueden absorberse y su acumulación puede derivar en múltiples averías. Pueden ser problemas leves como un fallo en el aforador que nos indica el nivel de combustible hasta que el coche deje de funcionar por obstrucción de los conductos de admisión o de la bomba de combustible-

Esperar con una marcha engranada

El embrague es una pieza que tiene una duración limitada, aunque bien utilizado puede durar casi lo mismo que el coche. Hay conductas que son innecesarias y acortan su vida, como tener una marcha engranada con el coche parado, en un semáforo o atasco. En estos casos es mejor poner punto muerto.

Circular con el pie izquierdo sobre el pedal del embrague puede acelerar también su desgaste, debido a que podría desconectarse ligeramente del motor, en lugar de tener un acoplamiento perfecto, y rozar en partes que no están preparadas para ello.

Siempre que puedas, evita los baches

La mejor decisión es conducir siempre a una velocidad constante, sin cambios bruscos, evitando además los baches que encuentres por el camino.

La razón es sencilla: los neumáticos y la suspensión del vehículo van a sufrir cuando se produzcan los típicos saltos en estas situaciones.

Revolucionar el motor en exceso en frío

Otro de los hábitos que más estrés genera a un motor es el de revolucionar excesivamente el motor antes de que alcance la temperatura de servicio. Por desgracia, la práctica de instalar un medidor de temperatura del circuito del aceite del motor es cada vez menos habitual.

Ante la falta de ese medidor, el mejor consejo pasa por conducir con suavidad durante unos minutos, en los que el motor irá alcanzando la temperatura de servicio, el aceite que lo lubrica comenzará a fluir con naturalidad. Pensemos que la capacidad de lubricación del aceite es muy dependiente de la temperatura de este y que por lo tanto, en frío, el estrés que sufrirá nuestro motor si elevamos en exceso su régimen, y su lubricación no es óptima, será muy alto. Este hábito puede limitar drásticamente la durabilidad de un motor.

Descuidar el control de las presiones de tus neumáticos

Circular con las presiones muy bajas es otro mal que puedes cometer a tu coche. Esto es porque no solo causa un desgaste irregular en los neumáticos, sino que también es peligroso, pues puede aumentar la distancia de frenado, reducir el agarre, o incluso aumentar el riesgo de reventón, al tiempo que aumenta el consumo de combustible.

Un buen consejo pasa por hacer coincidir la revisión de las presiones con los repostajes. No es necesario que revises las presiones cada vez que vayas a repostar, pero sí es importante llevar a cabo esta tarea una vez cada dos semanas, o una vez cada mes, en función del uso que hagas de tu vehículo.

 

Fuente: adslzone