Nombres como Yuri Gagarin o Neil Armstrong quedaran grabados en las páginas de los libros de historia por ser pioneros en la exploración espacial. Sin embargo, otros menos afortunados también son recordados pues dieron sus vidas para cumplir con el sueño de traspasar las fronteras de nuestra Tierra.

Apolo 1 (1967)

La cápsula se quemó en la misma plataforma de lanzamiento de cabo Cañaveral el 27 de enero de 1967, cuando se ensayaba la maniobra de lanzamiento, que debía efectuarse el 21 de febrero de ese mismo año. En ella murieron los astronautas, Virgil Ivan Grissom, Edward H. White y Roger Chaffee.

Un cortocircuito en un cable mal aislado provocó un incendio que se extendió muy rápidamente, y mató a los astronautas por asfixia en tan solo 17 segundos. Sus últimas palabras fueron: «¡Fuego en la cabina!».

Soyuz 1 (1967)

La primera persona en morir en el espacio fue el astronauta soviético Vladimir Mikhailovich Komarov, que pilotaba la nave Soyuz I. Esta fue lanzada el 23 de abril de 1967 y, al día siguiente, 24 de abril de 1967, durante las maniobras de regreso, hubo un fallo en los aparatos de descenso.

El sistema de orientación se rompió y el único tripulante logró llevar la nave hasta una trayectoria de aterrizaje, pero cuando estaba a una altura de 7 kilómetros, los paracaídas fallaron y se precipitó contra la Tierra, estrellándose contra el suelo en una bola de llamas.

Lo que hace que esta historia sea tan trágica es que Komarov sabía que la misión estaba comprometida. De hecho, su última transmisión grabada desde la nave lo hizo gritar y maldecir a sus superiores.

Soyuz 11 (1971)

El 6 de junio de 1971 se lanzó al espacio el Soyuz II, tripulado por Georgi Dobrovolski, VIadislav Volkov y Victor Pasayev, quienes consiguieron al día siguiente el acoplamiento de esta nave con la Salyut, máquina no tripulada en la que permanecieron los astronautas 24 días efectuando diversos experimentos. Una vez cumplida la misión, ambas naves se separaron y se dirigieron a la Tierra.

El 29 de junio de 1971, después de un aterrizaje aparentemente perfecto en Kazajistán, los tres astronautas fueron hallados muertos en sus asientos, debido a un súbito descenso de la presión en el vehículo a causa de que se abrió un respiradero defectuoso que provocó la despresurización de la cabina y la falta de trajes especiales hicieron que se quedaran sin oxígeno y probablemente murieran asfixiados aproximadamente 30 minutos antes de aterrizar.

Challenger (1986)

El 28 de enero de 1986, el Challenger explotó 73 segundos después de su lanzamiento. La nave se desintegró completamente en el océano Atlántico, con su tripulación de 7 astronautas: Francis Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa Corrigan McAuliffe, una maestra de secundaria que había sido seleccionada como parte del nuevo programa «Maestra en el espacio» de la NASA.

El catastrófico lanzamiento del Challenger se produjo a pesar de que los ingenieros fabricantes de los cohetes propulsores de combustible sólido advirtieron que los famosos O-rings que sellan las junturas de unión de los distintos segmentos del cohete habían perdido elasticidad a causa de las temperaturas bajo cero reinantes en la madrugada previa a la cuenta atrás. Estos anillos sintéticos tienen como misión impedir que los gases de la combustión de los propulsores salgan al exterior.

Cincuenta y nueve segundos después del despegue, una lengua de fuego apareció en una de las juntas de unión del cohete derecho, tal como se vio en las imágenes de televisión. Finalmente, el fuego alcanzó el gigantesco depósito naranja externo de combustible, provocando el estallido de la nave.

Un ingeniero que trabajaba en el transbordador Challenger, un Bob Ebeling, había intentado desesperadamente advertir que no había suficientes datos sobre cómo las juntas de goma soportarían temperaturas inferiores a 12º C y que el lanzamiento debería posponerse. Su solicitud cayó en saco roto y marchó a su casa, llegando a decir a su esposa que el transbordador Challenger explotaría, lo que finalmente acabó por suceder.

Columbia (2003)

La nave STS-107 Columbia se desintegró cuando reingresaba a la atmósfera de la Tierra sobre Texas el 1 de febrero de 2003. La tripulación integrada por Rick Husband, William McCool, Michael P. Anderson, Ilan Ramon, Kalpana Chawla, David McDowell Brown y Laurel Clark falleció en el acto.

De este desastre, Pamela A. Melroy, líder de la investigación sobre el accidente, dijo: “La tripulación estaba haciendo todo lo que estaban capacitados para hacer, y estaban haciendo todo bien cuando ocurrió el desastre”.

Nuevamente, una negligencia de la NASA tuvo la culpa, al ser el desprendimiento de un pedazo del aislante térmico durante el despegue la causa del accidente, ya que, al venir de regreso, el aire caliente entró a la nave y acabó por desintegrarla. La espuma aislante se había desprendido durante los lanzamientos anteriores del transbordador sin incidentes, lo que llevó a los funcionarios de la NASA a creer que no era un problema.

 

Fuente: adslzone