El sobrepeso de sus baterías, el gran desafío

Con los motores de combustión, el factor de la autonomía no formaba parte en la ecuación, lo que ha hecho porque las baterías, en su mayor expresión, se hayan visto como las grandes protagonistas del coche eléctrico. Es así que en este tipo de vehículos se ha hecho fundamental en el esquema del mismo.

Por lo tanto, y en función de la capacidad que se tenga, podremos cubrir distancias mayores o menores, lo cual también varía en función del tamaño del modelo. Y es que sí; aunque han avanzado muy bien en los últimos años, son muchos los desafíos a los que se enfrenta el coche eléctrico.

Pero del que, si hay uno especialmente destacable, ese es sin duda el sobrepeso. En las últimas semanas estamos descubriendo grandes avances en los motores eléctricos, consiguiendo elevadas potencias para pesos ridículos. Sin embargo, estas mejoras quedan en nada cuando descubrimos que para mover muy rápido a un eléctrico necesitamos grandes baterías, con su correspondiente gran potencia, gran peso y gran consumo. Así, el hándicap del coche eléctrico era y sigue siendo la densidad energética.

En qué consiste

Porque en esta clase de vehículos todo está relacionado. Al hilo de ese sobrepeso que tienen tenemos que decir que está implícitamente ligado a la autonomía del mismo. Y elevarla exige hacer baterías más grandes y, por lo tanto, más costosas… pero también exige hacer todo el coche eléctrico más liviano, puesto que lo que se gana en capacidad se puede perder en eficiencia.

El problema es esa autonomía que proporcionan hoy las baterías que hoy se montan en el coche eléctrico, una relación complicada que no ocurre con los motores de combustión que ofrecen amplias autonomías de desplazamiento con el tanque de combustible rebosando. Pero no todos los modelos de nueva generación ofrecen un sistema de elevada potencia que ofrezca una cifra de autonomía a la altura.

El mejor ejemplo es el Polestar 1, la marca destinada a la electromovilidad de Volvo, y que se tiene como un deportivo con una potencia de 447 kW (600 CV) y sólo 150 kilómetros de desplazamiento con una carga. Sin embargo, con el informe presentado por la Universidad Técnica de Ingolstadt (Alemania) se ha demostrado que en los vehículos eléctricos el peso no es una desventaja, sino una clave para incrementar su eficiencia.

El mismo se basa en la cantidad de energía cinética que posee un coche en movimiento. Esta puede utilizarse para moverse por inercia o transformarse en carga para las baterías, mediante un sistema de frenado regenerativo. Es decir, aunque es verdad que un vehículo pesado requiere más energía para desplazarse, también será capaz cargar las baterías más rápidamente que un turismo más ligero a una misma velocidad.

Qué hay tener en cuenta

Sobre ello, hay que tener en cuenta algunos factores. Por ejemplo; que el peso de las baterías de un coche eléctrico suele ser proporcional a su capacidad energética en kWh, aunque no siempre se da esta relación directa por la densidad energética. Este se ve hoy como un aspecto que se tiene en cuenta para hacerlos lo más eficaces posibles.

Así, existen conceptos de entre 6 y 12,5 kWh de batería que rondan los 100 a 150 kg por ella, donde, al mismo tiempo, se dan opciones con mayor autonomía (de 60 a 100 kWh por ejemplo), que tienen un peso de batería de 380 a 550 kg.

Es por eso que siempre se dice que conseguir un equilibrio entre potencia, peso y autonomía es el verdadero quebradero de cabeza de los fabricantes al diseñar un coche eléctrico o híbrido. De hecho, si compramos ambas tecnologías, lo que vemos es que, si tomamos el mismo modelo del Fiat 500, la versión gasolina pesa unos 900 kg, mientras que la versión híbrida o eléctrica, pesa alrededor de 1055 kg.

 

Fuente: adslzone