No, aunque lo parezca, no todo está en el eléctrico. Es cierto que son la opción más cercana de cara al futuro y la que se presenta como la mejor vista para la movilidad urbana. Su expansión es imparable y cada vez cuenta con más argumentos de peso, por lo que, efectivamente, son muchas las razones por las que se debería el paso.

Tres opciones de movilidad con grandes adeptos

De todas formas, el coche convencional de gasolina, diésel o el híbrido permanecen en su espacio, y no es precisamente pequeño. Y la verdad es que no resulta nada fácil para el consumidor escoger, en la actualidad, el coche que desea adquirir. Existen vehículos para familias o centrados en la carga y en el transporte, los hay que apuestan por la línea deportiva, mientras que otros lo hacen, sobre todo, por la seguridad. Los hay más altos, con mayor velocidad, con mejores extras o, incluso, manuales o con cambio automático.

Por supuesto, está la opción de optar por alguna de las soluciones de movilidad compartida que están experimentando un crecimiento sin precedentes en los últimos años. Además de esto, hay que sumar el componente tecnológico y de uso de la energía que hace el vehículo. Gracias al desarrollo y la comercialización de versiones cada vez mejores, el coche híbrido está casi a la altura de los vehículos gasolina o diésel, por lo que son la opción escogida por un número cada día más elevado de conductores.

No hay que olvidar que los de motorización combinada nacieron para ser el punto intermedio entre los de combustión y los puramente eléctricos. Ahora bien, ¿qué hay en ellos que los hacen tan particulares? ¿Hay alguno que sea especialmente mejor?

Fundamentos básicos

Desde principios de la década de 1990, la proliferación del diésel como combustible en el sector automotriz ha provocado que más de la mitad de los coches nuevos que se vendieran en España fueran equipados con motores diésel. Tras descubrir que los motores de combustión interna son particularmente contaminantes y perjudiciales para la salud, las alternativas a este combustible están cobrando cada vez más fuerza.

Al mismo tiempo, debemos hacer una aclaración: no todas las alternativas valen para todos los conductores o, al menos, puede que no sean la solución más rentable o apropiada para sus desplazamientos. Porque si bien los tres se antojan como opciones muy cómodas, tanto de uso como para conducir, es posible que se tenga alguna preferencia en particular.

Lo que los hace ganar enteros es que, en distancia de los que son puramente eléctricos, el coche híbrido, de gasolina o diésel no necesita estar recargándose o estar pendiente del estado de la batería. Eso es, probablemente, uno de los aspectos que más piensan en ganar. Y es que si se busca realizar trayectos medios o largos, no nos deberíamos preocupar en exceso de la carga de combustible.

De todas formas, tampoco son todos iguales. Lo decimos, en concreto, por los de tecnología híbrida, ya que aunque el convencional HEV recarga sus baterías de manera automática gracias a su frenada regenerativa, los hay casos como el PHEV, el híbrido enchufable, que aunque sigue contando con un motor de combustión y otro eléctrico, sí precisa de ello para alargar su vida electrificada. Eso es algo que no pasa con los convencionales, opciones muy seguras, fiables, y en el caso de los gasolina, bastante más asequibles (aunque con consumos mayores).

Cómo son

Anteriormente, en el concesionario solían preguntarnos cuántos kilómetros pensábamos hacer al año y nos recomendaban un diésel si dicha cifra superaba los 15.000 km. Ahora las cosas son distintas, pues el mercado ha visto el asentamiento de los vehículos híbridos y el auge de los eléctricos. Incluso el de los vehículos a gas (GLP o GNC), que tuvieron su momento décadas atrás y han vuelto con fuerza.

En general, podemos decir que los coches ecológicos llegan a ser rentables de verdad si se recorre un número suficiente de kilómetros. La existencia de tarifas eléctricas súper valle con grandes descuentos en España, así como los impuestos relativamente altos para los vehículos más contaminantes, favorecen dichas cifras, y que serán todavía más baratas y competitivas según pase el tiempo. No obstante, para ello, hay que conocer cómo son.

  • Coche de gasolina. Un coche con motor gasolina es más suave, silencioso y vibra menos que un diésel, pero consume más que este y el carburante es algo más caro. Eso sí, tienen un precio de compra más asequible que los vehículos con motor de gasóleo. Por lo general tienen una vida útil más corta que los diésel, que son más resistentes.
  • Diésel. Este es suele ser más ruidoso y tiembla más que los gasolina (aunque han mejorado mucho con respecto a los primeros en este aspecto), pero consumen menos y su combustible es más barato.
  • Híbrido. Caracterizados por la combinación de un motor de combustión (generalmente de gasolina) y otro eléctrico, suele ser un tipo de coche más caro que los gasolina y que los diésel. Pero su apoyo eléctrico es mayor y también consumen menos. Los coches híbridos aportan los consumos más bajos en ciudad, que es donde más tiempo funciona la parte eléctrica de su mecánica. Y en este escenario superan a cualquier otra alternativa.
  • Híbrido enchufable. Al mismo tiempo, junto a los híbridos convencionales, se encuentran los PHEV, que son coches híbridos enchufables. Este tiene un motor autónomo prioritario y completamente eléctrico alimentado por una batería recargable, pero también un motor de combustión. El motor 100% eléctrico y el motor de gasolina pueden funcionar por separado o juntos. Esa es la razón de que un coche híbrido enchufable tenga mucha más autonomía.

Por qué es mejor uno de gasolina

Por tanto, y una vez conocidos los tipos de vehículos que tenemos, surge la pregunta: ¿qué tipo de coche comprar y cuáles son sus puntos más ventajosos? ¿Gasolina, diésel, híbrido…? Como mencionamos, el campo automovilístico actual, dentro de su amplia variedad, complica la respuesta.

Aunque si somos conductores que tienen claras sus condiciones de uso y de vida en el día a día, quizá pueda ser algo más fácil. Porque dependiendo de una serie de factores, como pueden ser los tipos de trayectos (más largos o más cortos), la manera de conducir… tenemos con nosotros al de gasolina que se hace realmente óptimo.

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Así, si lo que vamos a hacer es pocos kilómetros al año, sin importar el tipo de entorno (ciudad, carretera, autovía…), jamás podremos amortizar el alto precio de un coche eléctrico frente a uno de gasolina, pero tampoco el de un coche híbrido, ni siquiera el de un coche diésel. El mayor consumo de los coches de gasolina se nota muy poco si se hacen pocos kilómetros al año y lo que nos ahorramos al comprarlo nos permitirá rellenar el depósito durante bastante tiempo.

Lo cierto es que, si se frecuentan trayectos por debajo de 20.000 km la recomendación siempre es gasolina. Únicamente en un coche grande y pesado como un monovolumen o en un todoterreno grande, puede ser más recomendable un diésel para hacer frente al mayor consumo de combustible. Pero hay otras razones más.

  • Precio menor de compra. El motor de gasolina es la opción más barata cuando se acude a un concesionario.
  • Prestaciones superiores. La aceleración de este tipo de vehículos es superior al de cualquier otro. La reacción es más rápida y la sensación de conducción más auténtica.
  • Innovación. Últimamente los fabricantes están trabajando mucho en reducir las emisiones y el consumo de los motores de gasolina. El resultado son vehículos con propulsores más pequeños pero eficientes. Otro desarrollo importante es la creación de motores híbridos que aúnan un motor eléctrico y otro de gasolina. Una opción que apenas existe en las versiones diesel.
  • Mejor respuesta a altas revoluciones. Superadas las 4.500 revoluciones por minuto, los automóviles de gasolina tienen una reacción y un funcionamiento que no es igualado por otros motores.

Ventajas de los diésel

Hasta la llegada de los eléctricos y del coche híbrido, siempre hubo un debate importante sobre qué era mejor, si optar por los diésel o los de gasolina. En este sentido, si nos referimos a ellos, es cierto que son mucho más eficientes que los primeros. Tienen mayor capacidad de arrastre y consumen menor cantidad de combustible por kilómetro.

Su durabilidad es mucho mayor, a pesar de que sus motores son más lentos. Actualmente sigue siendo una compra razonable y motivos para desestimar este tipo de motores. No en vano, un modelo puede ser perfecto para ti y no adaptarse a otro conductor. Todo depende de lo que necesite cada uno, de sus circunstancias, de sus posibilidades…

Como hemos dicho, siempre son más caros que sus equivalentes en gasolina, sin embargo hay un par de ‘peros’ que convierten este problema en una ventaja. En primer lugar están las ofertas de las que disfrutan estos modelos: ante la caída de ventas, los fabricantes tienen que recuperar el terreno perdido y lo hacen con jugosos descuentos. En segundo lugar nos encontramos con las ayudas para la compra de coches nuevos del Gobierno que ahora han vuelto a incluir a los diésel. Una combinación que los hace interesantes económicamente hablando.

  • Consumo inferior. Es su mejor característica. La diferencia se nota sobre todo cuando se conduce a una elevada velocidad constante, es decir, en autopistas o autovías.
  • Capacidad de recuperación a medio régimen de revoluciones. Si bien es cierto que en los momentos de aceleración un coche diesel pierde algo de tracción respecto a su homologo de gasolina, cuando la velocidad es homogénea su rendimiento es superior.
  • Menor precio de combustible. Pese a que la diferencia en el precio ha tendido a equipararse últimamente, el diesel sigue siendo una opción más barata que la gasolina. Por lo que cuando vayamos a una gasolinera notaremos el ahorro.

Virtudes del híbrido

Los híbridos clásicos o, como los llama Toyota eufemísticamente, autorecargables son los que conocemos y conducimos desde hace ya más de dos décadas. En este caso tenemos unas baterías de alta tensión que almacenan la energía eléctrica que recuperan cuando frenamos y una serie de motores eléctricos/generadores que sí son capaces de mover el coche por sí mismos.

El sistema trabaja de forma que las maniobras y cada vez que iniciemos a rodar trata de hacerlo sólo con el motor eléctrico y con el térmico apagado, que es cuando más consume. Si pisamos el acelerador demasiado, encenderá el de combustión para salir con más potencia, pero asistido por el eléctrico para reducir el consumo todo lo posible.

Al recuperar bastante energía en las frenadas y poder utilizarla luego para mover el coche, su eficiencia energética es mayor y producen reducciones de consumo considerables, especialmente en uso urbano. Sus ventajas son unos consumos muy ajustados en ciudad y la etiqueta ECO, además de una mayor fiabilidad mecánica al funcionar el motor térmico con menos esfuerzo al estar asistido por el eléctrico, lo que reduce su desgaste.

 

Fuente: adslzone