De momento el LiFi tiene problemas evidentes. Desde que la velocidad de transferencia está muy por debajo de lo que nos puede ofrecer, hasta que la luz natural es un impedimento para la transmisión de datos; esto, inevitablemente, deja al LiFi limitado a su funcionamiento en interiores. Por otro lado, la conexión a Internet está necesariamente vinculada a la iluminación, que es algo que no ocurre en el caso del WiFi; y además, que es necesaria –al menos por el momento- una base receptora para la conexión.

Hemos podido probar el LiFi en el Mobile World Congress 2018 en Barcelona ¿es realmente un sustituto del WiFi?

No. Pero sí puede ser una tecnología complementaria, al menos por el momento, y especialmente por la saturación de espectro que está teniendo lugar con la conectividad WiFi. Si bien es cierto que por este motivo es mejor recurrir a la banda de 5 GHz, el LiFi funciona de una forma completamente independiente, y no adolece de las interferencias que dan problemas a la conectividad WiFi. Tiene sus propios contratiempos, como comentábamos anteriormente, y lo peor está en las limitaciones en términos de velocidad de transferencia. Pero es una tecnología interesante, y que seguro que en el futuro dará mucho más que hablar.

Una de sus principales limitaciones en estos momentos es precisamente la interfaz que se utiliza, que es USB. La implementación en USB 3.0 daría al LiFi la posibilidad de transferir datos a la misma velocidad que un cable Ethernet, pero las limitaciones propias de esta tecnología de conectividad inalámbrica hacen que la velocidad sea notablemente inferior incluso a la del WiFi. Y por supuesto, el desembolso en bombillas específicas no juega en su favor.

 

Fuente: adslzone