Se adapta y recarga sola

La batería se adhiere a la piel como si de una tirita se tratase, además de tener un tacto de goma similar a las mallas de plástico que utilizan los teclados no mecánicos. Este material, junto con unos conectores alargados, permiten al dispositivo estirarse hasta un 30% más de su longitud inicial en cualquier dirección. Encima de las pequeñas porciones de batería los científicos, que publicaron este descubrimiento en Proceedings of the National Academy of Sciences, añadieron pequeñas placas solares que permitían que el dispositivo se recargase a lo largo del día, además de una serie de sensores que recogen información sobre la temperatura o el movimiento, permitiendo transmitir una gran cantidad de datos sobre el individuo. Gracias al doble recubrimiento de goma que tiene el dispositivo, es completamente sumergible.
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Futuras aplicaciones

Los científicos añaden que este descubrimiento podría tener una gran variedad de aplicaciones, además de poder ser recargado con diversas fuentes de electricidad. Dentro de las posibilidades que un dispositivo como este tiene, cabría imaginar la posibilidad de que se recargara, además de con energía solar, con el mismo calor corporal que desprende el usuario. O, incluso, con el mismo movimiento del usuario mediante un sistema de movimiento pendular.

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En el pasado, hemos visto cómo se han desarrollado ropas que permitían controlar teléfonos a través de ellas, o que incluían pequeños paneles solares para cargar el teléfono. Con este invento, se podrían añadir las mismas baterías a la ropa, que junto a la carga solar o con el movimiento, y carga inalámbrica, podrían ayudarnos a olvidar tener que cargar el teléfono manualmente.

 

Fuente: PNASTechXplore | adslzone