La cuestión surge de una iniciativa del operador de telecomunicaciones estadounidense AT&T, que propone a sus clientes pagar un extra de 25 euros para no “utilizar información de navegación en la web, términos buscados o páginas visitadas para ofrecer ofertas y anuncios adaptados a sus intereses”. Curioso, cuanto menos, que asumir la cuota mensual de la tarifa más barata implique la cesión de determinados ¿lujos? sobre la privacidad de los usuarios. Sin embargo, AT&T es una de las primeras compañías en lanzarse a ofrecer una opción “premium” como garantía de protección de la privacidad.

¿Qué es más barato; pagar con dinero, o con información privada?

En la era del “Big Data”, toda información sobre los clientes tiene un elevado precio para todo tipo de compañías, pero especialmente para las dedicadas a la publicidad. El éxito de la publicidad depende, esencialmente, de lo afinado que es el target de una campaña, y este punto está directamente relacionado con la información que se tiene sobre el público. Por lo tanto, aunque para el usuario es caro añadir un sobrecoste de 25 euros al servicio, lo cierto es que esta cantidad no compensa las cantidades no ingresadas por los gigantes de la tecnología al proteger nuestra privacidad.

El interés, por tanto, está en que sigamos conformes con “servicios gratuitos” en los que damos nuestro consentimiento para que se nos estudie, en definitiva, como ratones de laboratorio bajo lupa. Ahora bien ¿hasta qué punto se puede fulminar nuestra privacidad? Y tomando partido nosotros, como usuarios y clientes, y dueños de nuestra privacidad… ¿pagaríamos más por navegar de forma anónima?

 

Fuente: adslzone

 

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