Como ya muchos de vosotros sabréis las Bitcoins se pusieron en marcha en 2008 para la creación de una nueva moneda que no estuviera controlada por ningún gobierno ni por ninguna empresa, pero tiene un sistema de control que no permite la creación de moneda así porque sí. Para evitar que el valor caiga en demasía al fabricar demasiada moneda, el proceso está controlado mediante un sistema que utiliza ciclos de CPU de computadoras de todo el mundo para resolver algoritmos criptográficos y “fabricar” más moneda. Es decir un software controla su acuñación.

Pues bien, aunque este sistema ha sido hackeado alguna vez, parece que tiene la confianza de mucha gente ya que su valor ha subido desde los 13 dólares de enero a un máximo de 266 dólares en abril. Ahora mismo su valor es de 210$ y se puede transferir sin pasar por bancos o centro de intercambio, reduciendo así las tasas.

Usuario compra Bitcoins

Cajero

Jordan Kelley, director ejecutivo de Robocoin, la empresa que ha fabricado el cajero explica su funcionamiento: “Es tan fácil como llegar a la máquina, escanear su mano, depositar dinero y comprar bitcoins. Esto se hace en dos minutos, con una transferencia son dos días”.

Como hemos visto únicamente hace falta el escaneo de la mano para saber la identidad del usuario y de esta manera comprar bitcoins. Esta moneda, como ya hemos dicho antes, es utilizable en muchísimos comercios electrónicos y cada vez más en algunos tradicionales, como la cafetería donde está situado el cajero.

Es posible comprar Bitcoins también de manera anónima, lo que favorece la privacidad y evita el riesgo de fraude, según sus partidarios, aunque también es verdad que puede ser una forma muy fácil de blanquear dinero. De hecho, hace poco, los reguladores estadounidenses cerraron lo que se llamaba como Ruta de la seda, un mercado online de compra y venta de drogas ilegales. Fueron requisados unos 2,3 millones de euros en Bitcoins.

De momento los cajeros automáticos de Bitcoins solo se implantarán en Canadá ya que su supervisión es menos estricta que en otros países, aunque esperan que en unos años puedan llegar al resto del mundo.

 

Fuente: The Guardian