El principio de neutralidad de la Red no se garantizará por ley en nuestro país de momento al contrario que en otros países como Chile. El Senado ha visto cómo la mayoría de sus miembros votaban una moción que así lo pedía con una "definición simplísima", tal y como ha calificado a su texto el senador Pastor. "La neutralidad de la Red implica que un dispositivo conectado a Internet puede comunicarse con cualquier otro equipo de la Red, independientemente de su ubicación, e intercambiar libremente cualquier clase de datos a través de cualquier protocolo de cuantos se han ido definiendo", aseveraba la propuesta rechazada.

El argumento esgrimido por los grupos contrarios a la moción se ha basado en los "factores externos han degradado la moción", en alusión, según publica elmundo.es, al apoyo mostrado por el bloguero y profesor del Instituto de Empresa Enrique Dans, activo defensor de la neutralidad de la Red. "Que se valore de esta manera a Enrique Dans, que lleva años opinando sobre estos asuntos y que además es una referencia en este país, por haber opinado sobre algo que además es público, me parece sorprendente", declaró Pastor a este diario criticando que se considere una "injerencia política" la opinión de los ciudadanos.

Lo más llamativo y que evidencia una postura que roza el infatilismo es que todos los grupos del Senado parecen estar de acuerdo en el fondo. El principio de neutralidad de la Red defiende que todo paquete de datos que circule por Internet debe tener el mismo tratamiento independientemente de los contenidos, ya sean intercambios de archivos (P2P), comunicaciones de Voz IP u otros servicios disponibles en la Red.

El infantilismo se apodera de los políticos

Todos los grupos parecen mostrar su disposición a garantizarla pero mientras la postura popular parece más clara y concisa solicitando al Gobierno una protección específica de este principio, la socialista prefiere pasar la "patata caliente" al Congreso o a la normativa europea (que aún ni siquiera existe en este aspecto) y no "mojarse" en este sentido, tal y como se deduce de su negativa a aceptar la moción del Partido Popular.

En definitiva, más vueltas a un debate en el que la clase política española vuelve a mostrar que sus intereses pasan únicamente por no apoyar "lo que diga la oposición" y "negarse a respaldar lo que diga el Gobierno". Y mientras tanto, los ciudadanos asisten al espantoso espectáculo, más propio de riñas entre niños que entre los representantes de una democracia cuyo sentido literal sigue esfumándose a ritmo acelerado.

 

Fuente: adslzone