No fue el clamor popular el único que se hizo escuchar, sino que no tardaron mucho otras empresas del sector en atacar para desgastar la positiva popularidad del buscador, afirmando que rechazan tajantemente la idea. Todos los que enarbolan la bandera de la libertad de la red, con Facebook casualmente a la cabeza, lo hacen amparándose en la competencia, la democracia y la defensa de lo "intrínseco de Internet".

Hacen bien, porque  la mayoría de estas empresas, incluso los que intentan manipular la red a su gusto o beneficiarse de su posición de influencia, han nacido y crecido de forma vertiginosa gracias a que existe precisamente esta neutralidad. En esto cabría incluir también a las empresas de telecomunicaciones. ¿O vamos a creer que hablamos del sector más valorado de todo el mercado simplemente porque las cosas se están haciendo bien? Hace falta algo más que eso para recibir un premio semejante.

Para un desarrollo tan rápido de Internet ha sido necesaria la libertad y la igualdad. Precisamente un país donde tienen bien claros ambos términos fue el primero en fracasar al intentar crear una red privada. El proyecto "Minitel" apareció allá por 1982 y a pesar de contar con buenas ideas no saboreó el éxito masivo. El invento tenía algunas de las funciones que hoy nos resultan elementales, pero la red privada llevaba consigo un control no accesible a la mayoría y que no genera participación, por tanto, tampoco contenido, usuarios ni popularidad. ¿Resultado? La PPT (Poste, Téléphone et Télécommunications), empresa al mando por aquel entonces, quedó dividida dando como resultado a uno de los grandes que ahora se aplauden por los logros obtenidos; France Telecom. Incluso abriendo bien los ojos, no hace falta ser hipotético. No estamos hablando de algo que no haya sido llevado a la práctica de un modo u otro. Sin ir mas lejos, la mayor parte de las operadoras que ofrecen conexiones de banda ancha móvil no permiten acceder a redes P2P o a servicios como Skype con diferentes argumentos como el de mantener la calidad del servicio y bien sabida saturación de las líneas.

Así, la solución a tanto conflicto de intereses que fluyen en función de la posición de influencia que se tenga ("hoy me siento neutral, mañana no"), el remedio no lo puede fabricar la industria por sí misma, sino que tiene que pasar por cuidar eso que ha funcionado a todos, pese a que sea tentador para muchos el meterle mano a corto plazo. El comisario de la FCC, Michael J. Copps dio en el clavo. En su opinión, es necesario "restablecer la autoridad de la FCC (Comisión Federal de Telecomunicaciones en los Estados Unidos) sobre las telecomunicaciones de banda ancha para garantizar una Internet abierta hoy y para siempre y poner el interés de los consumidores frente a los intereses de las corporaciones gigantes". Mientras cada uno tiende hacia su lado en este debate sin fin en el que nadie se pone de acuerdo, parecen ser los organismos internacionales los que deberían asentar los límites de la red. Ser la voz cantante en cuestiones cruciales para preservar el bien común por encima del individual.

Todo parece indicar que el famoso término (del cual apenas sabíamos su existencia hace un lustro) de la "neutralidad de la red" va a estar amenazado hasta que se realice algún acuerdo de escalas internacionales en zonas de influencia. Es decir, hasta que EEUU o la Unión Europea no decidan implementar en su legislación que la neutralidad de la red de ser de obligado cumplimiento, va a seguir habiendo movimientos de interés por suprimirla. Por desgracia, hay cierto miedo a ser imperativo, a tomar medidas y es razonable que lo haya. La influencia de esta decisión es grande y no se conocen con claridad las consecuencias acerca de qué ocurría si se acepta que tanta neutralidad es una pantomima y se elimina esa condición de igualdad a priori. La caja de los truenos seguirá abierta, claro, hasta que quién deba cerrarla, la cierre.


Fuente: adslayuda