El formato digital ha hecho aún más difícil piratear películas en el cine

Desde hace una década, los cines de todo el mundo comenzaron a modernizarse y a empezar a ofrecer películas en formato digital en lugar de analógico. Hasta la fecha, las películas analógicas tampoco se pirateaban, ya que es difícil obtener uno de esos rollos y digitalizarlos, además de tener que grabar el sonido. Lo máximo que podía hacerse era grabar un screener, como sigue haciéndose hoy en día. La digitalización ha traído también una reducción del coste, ya que cada rollo de 35 mm costaba más de 1.000 euros, mientras que un disco duro de 500 GB como los que se utilizan apenas valen 50 euros.

Sin embargo, las películas digitales, al ser archivos, deberían ser más fáciles de copiar, ya que incluyen el vídeo y audio en un disco duro. Gracias a ello, con la misma unidad se puede proyectar incluso la misma película en varias salas diferentes, además de requerir menos operarios. De hecho, un único operario puede gestionar todas las salas de cine a la vez desde un centro de control.

Así, cuando una película va a estrenarse, los cines reciben un maletín en el que se incluye un disco duro con la película, además de contener una imagen de qué película se trata o de datos técnicos para su reproducción, tales como la proporción de la imagen, el formato de sonido, duración de la película, o datos de contacto por si hay problemas en la reproducción.

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El problema es que esos archivos cuentan con cifrado AES de 128 o 256 bits, por lo que no pueden abrirse así como así. Para ello, es necesaria una contraseña que ofrece la distribuidora al cine. Pero esa contraseña a su vez está cifrada, y es el hardware del sistema de reproducción el que la descifra para obtener la contraseña final y poder descifrar el contenido y reproducirlo. Ningún operario del cine puede conocer la contraseña final, ni tampoco reproducir el contenido fuera de ese reproductor.

Estos discos duros suelen venir en una carcasa que se inserta directamente en el servidor local del cine. En el caso de no poder hacerse, suelen traer también un dock que permite conectarlo vía USB o SATA. El modelo concreto que suele usarse es un CRU DX115 diseñado específicamente para los cines, aunque inicialmente estaban pensados para uso militar.

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El formato de archivos utilizado suele ser ext2 o ext3 de Linux, ya que los servidores de D-Cinema suelen tener sistemas operativos basados en Linux y tienen la obligación de tener soporte de lectura para ellos. En ocasiones, es posible incluso que los cines reciban las películas por Internet, ya sea a través de un enlace satélite privado o a través de una conexión a Internet fija normal y corriente.

Digital Cinema Package (DCP): el contenedor de los archivos de las películas de cine

Los archivos vienen en lo que se llama un Digital Cinema Package (DCP), un paquete que incluye los archivos en formato digital, incluyendo la imagen y el audio (en formato MXF) y la información sobre el flujo de datos (en formato XML). Las películas suelen ocupar cientos de GB, sobre todo cuanto mayor es la resolución o el bitrate (que es de hasta 250 Mbps, frente a los 50 o 60 Mbps que tiene una película 4K en Blu-ray o los 25 Mbps del 4K de Netflix).

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Los FPS de las películas suelen ser 24, aunque también pueden ser 25, 30, 48, 50 o hasta 60 FPS. El formato de compresión usado para las imágenes es JPEG 2000 con una profundidad máxima de 12 bits, mientras que el sonido suele ser una PCM lineal de 24 bits sin compresión en formato WAV. La resolución suele ser 2K, con dos resoluciones distintas dependiendo del ratio de recorte:

  • 2048 x 858, ratio de 2,39:1, también conocido como CinemaScope. De aquí se suele sacar el 2:40 de las películas Blu-ray Full HD (1920 x 800)
  • 2048 x 1080: ratio de 1,85:1, muy extendido también en los cines actuales.

Además, las salas más modernas con proyectores 4K también tienen sus resoluciones equivalentes:

  • 4096 x 1716 (2,39:1)
  • 4096 x 2160 (1,9:1)

Filtrar una película del cine a Internet es imposible

Como vemos, es prácticamente imposible filtrar una película del cine a Internet sin hacer una grabación de la proyección. A finales de cada año lo que se suele hacer es enviar películas que no se han estrenado (o llevan poco estrenadas) para que reciban valoración de cara a los Oscar del año siguiente por parte de medios y críticos. Este tipo de archivos suelen acabar filtrados en Internet por un grupo llamado Hive-CM8. La calidad de estos archivos filtrados suele ser similar a un DVDRIP, además de tener marcas de agua para controlar a quien le llega y conocer el origen en el caso de que acabe filtrada.

Esta es la única manera de filtrar películas de cine: filtraciones por otras vías como despistes de gente, o simplemente por una protección incorrecta en el estudio donde se está creando, lo que ha derivado a que en ocasiones acaben filtradas películas que no estaban acabadas, faltándoles cosas como efectos especiales o tratamiento de color.

 

Fuente: adslzone