La tecnología tiene muchos horizontes esperanzadores, objetivos y proyectos de desarrollo prometedores que llevan año formando parte de titulares e incluso películas de ciencia ficción. El grafeno es uno de ellos, como sustituto de decenas de materiales actualmente utilizados en la electrónica, pero si nos centramos en la informática, e incluso la robótica, la Inteligencia Artificial es uno de los ‘grandes sueños’ de la tecnología. Y, por cierto, perdóname que escriba con mayúscula, pero es por aquello de que se entienda mejor cuando hablemos sólo de ‘IA’. El caso, vamos a lo que nos interesa.

La Inteligencia Artificial no es nueva ¿de dónde viene ‘el saber de las máquinas’?

Como te decía, con más precisión la llamaríamos inteligencia computacional, y básicamente es la habilidad de ‘aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad’, pero claro: de las máquinas. La definición, de hecho, es la correspondiente a la facultad humana, pero podemos extrapolarla a la de las máquinas, porque a fin de cuentas es dotar a las máquinas de una facultad humana: sí, claro, la inteligencia propiamente dicha.  Y si nos centramos en su contexto, entonces hablamos de un agente racional flexible que lleva a cabo acciones que maximicen sus posibilidades de éxito en alguna tarea según la percepción de su entorno.

La Inteligencia Artificial nació en 1956. Hace nada menos que 60 años que se acuñó el concepto por primera vez, y fue John McCarthy el primero en hablar de ello. Más adelante, después de la simple definición de ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentesfue Nilsson quien estableció cuatro pilares básicos para el concepto. ¿Ah, sí, es este su origen? No del todo, porque ya Ctesibio de Alejandría construyó la primera máquina autocontrolada, sencillamente un regulador del flujo de agua.

¿Qué se busca con la Inteligencia Artificial?

Depende del autor que consultes –el investigador, el científico, el experto…- te dirá algo diferente, porque a fin de cuentas es un concepto relativamente reciente, y sobre todo, bastante joven a pesar del tiempo que lleva desarrollándose. Llevándolo al campo más simple podríamos interpretar que las intenciones en el desarrollo de la Inteligencia Artificial, desde el punto de vista más genérico, pasan por replicar al ser humano. Pero no de una forma completa, sino parcialmente, es decir, una imitación del cerebro sobre el desarrollo de las máquinas.

Siguiendo en esta línea simplificada, ‘tomar decisiones’ es el punto final para la Inteligencia Artificial, evidentemente con la condición de que ‘sean acertadas’. ¿El problema? Uno de ellos, que las máquinas no tienen ni emociones ni conciencia. Es un problema el hecho de que no existan sentimientos, puesto que introducen variables adicionales en la toma de decisiones, pero también se reducen los obstáculos en este proceso y se simplifican las operaciones. Es decir, que la Inteligencia Artificial es capaz únicamente de imitar el componente racional del ser humano, pero no el emocional. Pero sí, hay importantes avances tecnológicos, sobre todo los aplicados a la robótica, que incorporan componentes emotivos como carga adicional en la intención de aumentar la eficacia.

Así forma parte de nuestra vida, y así se introducirá en el futuro

Sin escapar de aplicaciones ‘simples’, o más bien al alcance de cualquiera, una de las formas más accesibles en las que interactuamos con la inteligencia artificial son los videojuegos. A través del software, ‘la máquina’ es capaz de reconocer el entorno y actuar en consecuencia. Es decir, el videojuego crea una realidad de la que el ser humano participa –de forma parcial- e interactúa con la máquina, y ésta es capaz de interpretar las acciones humanas para dar una respuesta correcta. La programación de sus objetivos apunta, dicho de una forma banal, a ‘la victoria’. En esa finalidad, el ser humano propone retos o problemas a los que la Inteligencia Artificial aplica las mejores soluciones posibles. De ahí que, cuanto mejor sea la Inteligencia Artificial, menores serán sus errores y más acertadas sus respuestas a nuestras acciones, luego más difícil nos será ganar.

Pero hay otras aplicaciones, como por ejemplo la de los bots en aplicaciones de mensajería instantánea. Es una de las formas de Inteligencia Artificial que más ‘de moda’ se han puesto en los últimos tiempos, y es sencilla de comprender. Se recoge información sobre el ‘usuario humano’ como su localización, por ejemplo, y se recopilan detalles sobre gustos, aficiones, costumbres y un largo etcétera. Y este bot, con Inteligencia Artificial, es capaz de tomar decisiones en base a toda esta información. Según su ‘base de datos’ de soluciones posibles, por ejemplo, resolverá nuestras cuestiones con cosas como ‘dónde ir a comer’, ‘qué hacer’, y otro largo etcétera.

Pero el futuro que se pretende de la Inteligencia Artificial es una coexistencia y cooperación mucho más completa con el ser humano. Convertir las máquinas en completas herramientas de asistencia para todas las acciones cotidianas. Desde que nos levantamos, y hasta que nos acostamos, cooperación para resolver nuestras propias cuestiones de la forma más eficaz posible, sin anular la inteligencia del ser humano, sino completando nuestras ‘funciones’ y ayudándonos a ser más veloces, capaces y precisos. Eso es lo que han comentado expertos en la industria –como desde la directiva de la propia Google, por ejemplo- tratando de eliminar el miedo a la robótica, y sus posibilidades para quitarnos el empleo, por ejemplo.

 

Fuente: adslzone