De momento, una combinación de SSD y disco duro para un ordenador suele ser la opción más cómoda, a no ser que tengamos un NAS, para lo cual con un SSD de 480 GB tendremos más que suficiente. Los SSD actualmente existen en tres formatos: M.2, unidades con interfaz SATA de 2,5 y 3,5 pulgadas, y unidades con interfaz PCI-E. Vamos a ver cuál es la diferencia entre cada uno y cuál debería ser el formato de tu próximo SSD.

SATA

Este es el más común en la actualidad. Vino a sustituir conector IDE, el cual hacía que el interior del ordenador pareciera un chicle Boomer extendido por todas partes. El conector SATA era mucho más rápido y fino. En la actualidad, este conector en su especificación SATA Express permite velocidades de hasta 6 Gbps.

Este conector se suele utilizar con las unidades SSD de 2,5”, las cuales tienen alrededor de entre 520 y 550 MB/s de velocidad de escritura y lectura, respectivamente. Al ser los cables tan finos y los SSD tan pequeños, éstos se pueden colocar en la parte oculta entre la placa base y el panel derecho de la caja del ordenador, o las bahías al lado de la fuente de alimentación en las cajas más modernas.

Como desventaja, se encuentra que esta conexión requiere de dos cables; uno para transmitir datos a la placa base, y otro de alimentación a la fuente. De cara a los ordenadores portátiles, cada vez menos cuentan con una segunda bahía para colocar una unidad de 2,5 pulgadas. En su lugar, se suele incluir un disco duro de 1 TB, y un slot de formato M.2 para un SSD. Vamos a ver las ventajas de este segundo formato.

M.2

Ya hablamos largo y tendido de este nuevo formato que lleva 3 años con nosotros, y que se aprovecha de las ventajas que ofrece la conectividad PCI-Express con un puerto propio conocido como M.2 Socket 3. Los SSD M.2 más baratos suelen ofrecer velocidades similares a los que utilizan conector SATA, y además tienen un precio similar (unos 10 o 20 euros superior para la misma capacidad), mientras que los que ofrecen más velocidad son más caros. Vamos a ver las diferencias.

Utilizar este tipo de unidades tiene muchas ventajas con respecto a los SSD SATA. En ordenadores de sobremesa la placa base ha de ser compatible con este formato (las Z170 y H170 lo son). Estos quedan conectados a ras de placa base, de manera que no sobresalen ni entorpecen a otros componentes como la tarjeta gráfica, el disipador de la CPU o la memoria RAM.

Al estar conectado directamente en la placa base, un SSD M.2 obtiene energía directamente de la misma (consumen apenas 2 vatios y las placas base son capaces de dar hasta 75 vatios por línea), a la vez que transmiten datos. El puerto SATA sólo está pensado para transmitir datos, y no electricidad.

Los conectores M.2 pueden funcionar tanto en modo PCI-E 4x Gen 3 como en modo SATA. Si funcionan en modo PCI-E, ‘anulan’ el puerto PCI más cercano que tengan, pero se benefician de tener velocidades mayores. Es por ello que este factor es importante si vamos a utilizar varias tarjetas gráficas en nuestro ordenador. Por otro lado, en modo SATA, se utilizará una línea SATA, anulando uno de los puertos de la placa.

En modo PCI-E se pueden alcanzar velocidades de hasta 6 veces superiores con respecto al modo SATA, gracias a los SSD PCI-E NVMe como los SSD Samsung 960 PRO. Los precios de estas unidades son algo prohibitivos en la actualidad, con precios de hasta 1299 dólares para la versión de 2 TB. Una unidad SSD M.2 de 120 GB de Kingston en modo SATA se puede encontrar por apenas 50 euros. con la de 240 Gb por 80-90 euros.

PCI-Express

Este puerto es uno de los que más ancho de banda tiene nuestro ordenador. Esto es debido a que los periféricos que se conectan a él, tales como las tarjetas gráficas, tienen una gran tasa de transferencia de información. Además de unidades SSD M.2 que se aprovechan de la línea PCI-E, hay unidades SSD que se conectan directamente al puerto PCI-E de nuestra placa base.

Algunas de estas unidades las fabrica Intel. Las velocidades de este tipo de unidades son algo menores a las que hemos comentado de los SSD M.2 960 Pro de Samsung, ya que sólo cambia el formato en el que están construidas, y ambas utilizan las líneas PCI-E. En el caso de Intel, la máxima velocidad es de 1700 MB/s de lectura y 1350 MB/s de escritura.

Conclusión

Las unidades PCI-E son más caras y ocupan más espacio que las M.2. Por tanto, la recomendación final que hacemos es que si tienes una placa base o un ordenador portátil compatible con SSD M.2, sean estos los que compres. En el caso de que tu ordenador no tenga puerto M.2 o la versión del SSD que quieres en este formato sea más caro, puedes optar por el SSD de 2,5 pulgadas.

Las unidades PCI-E son demasiado caras y acabarán desapareciendo en favor del formato M.2, ya que pesan menos, ocupan menos espacio y se pueden utilizar indistintamente en un ordenador de sobremesa o en un ordenador portátil, donde las unidades con puerto PCI-E no se pueden utilizar.

 

Fuente: adslzone