Como resultado, los ciudadanos afrontamos un contexto de incertidumbre total, con millones de euros en juegos para muchas industrias europeas, incluida la española.
España sufrirá en varios sectores
Mientras en Bruselas intentan mantener una postura de acuerdo político y estabilidad, lo cierto es que los detalles concretos del texto siguen sin estar definidos. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, aseguró hace apenas unas semanas que se había alcanzado un pacto, pero con los aranceles ya aplicándose, la sensación es más bien de caos. Eso sí, lo único seguro es que Estados Unidos ha activado el nuevo gravamen del 15% para los productos europeos, y Trump ya ha dejado caer que, si no se cumplen sus condiciones, podría escalar la cifra hasta un 35%.
Las consecuencias van a verse muy pronto, porque este arancel afecta a sectores clave para la economía europea. Aunque se han conseguido algunas excepciones (como productos clave relacionados con la aeronáutica, químicos, medicamentos o ciertas materias primas), la lista no es definitiva y Bruselas trabaja a contrarreloj para ampliarla, pero incluso desde dentro de la Comisión reconocen que no todos los productos quedarán fuera del nuevo impuesto. El vino y los licores, por ejemplo, siguen en duda, lo que es una mala noticia para productores españoles, especialmente en regiones como La Rioja o Jerez.
Y no solo hablamos de bebidas. El acero, el aluminio y, especialmente, la industria del automóvil, también están en el punto de mira. En estos sectores, Estados Unidos justifica los impuestos por la «seguridad nacional». En el caso de los vehículos, el arancel también se queda en el 15% (una rebaja respecto al 25% anterior), pero la amenaza sigue presente. Trump ha llegado a sugerir que si Europa no pasa por el aro en ciertas cuestiones, podríamos ver aranceles del 250% en sectores como el farmacéutico. Sí, has leído bien, 250%.
Además, el acuerdo comercial entre la UE y Estados Unidos no se limita a productos o materias primas, ya que incluye también compromisos muy polémicos sobre inversiones y compras estratégicas. Desde la Comisión aseguran que simplemente se van a promover inversiones privadas europeas en Estados Unidos, valoradas en unos 600.000 millones de dólares. Sin embargo, la Casa Blanca lo vende como que “Europa invertirá” esa cantidad en su país, algo que genera mucha polémica. Más aún si añadimos las intenciones de comprar gas natural licuado, petróleo o incluso energía nuclear de origen estadounidense por valor de 750.000 millones más.
Europa tiene que negociar
Y por si fuera poco, también hay que mencionar la venta de armamento. Washington afirma que forma parte del paquete y Bruselas lo niega. En cualquier caso, todo esto está generando un malestar creciente entre los gobiernos y las empresas afectadas, que se preguntan qué parte de todo esto es realmente voluntaria y cuánto responde a la presión de Trump.
El problema es que la pelota está en tejado estadounidense. Europa, o acepta las condiciones que impone Estados Unidos o se expone a sufrir un castigo comercial ejemplar, y aunque desde Bruselas se vende tranquilidad, lo cierto es que se ha cedido mucho y muy pronto.
En definitiva, los consumidores europeos y estadounidenses pagarán más caro todo este tira y afloja. Pero además, las empresas de aquí, especialmente las pequeñas y medianas, tendrán que asumir costes adicionales que lastran su competitividad en un mercado que debería ser estratégico.
Fuente: elPeriodico.com | adslzone