“Los videojuegos nuevos son demasiado caros”. Esta frase ha sido repetida miles de veces a lo largo de la historia desde que  pasados los años primigenios, Mario comenzase a dar saltos en las primeras consolas de Nintendo. Con diferencias sensibles entre diferentes territorios debido a la situación coyuntural de los mismos, los videojuegos nunca han sido un paradigma de producto de entretenimiento de ocio barato ya que hasta hace bien poco, independientemente de la calidad del título, un nuevo lanzamiento significaba copar el precio más alto del mercado (60/70€).

Aunque en términos de ingresos puros para las empresas, no ha habido un gran desgaste debido a este hecho, sí que hemos asistido a una transformación de la industria en la que se ha ido pasando por diferentes etapas que han terminado desembocando en la era actual donde los contenidos descargables y el formato digital conviven con los juegos en formato físico.

Ediciones coleccionistas como una forma de ofrecer valor añadido

Las compañías de videojuegos comenzaron a ver como el consumidor se hacía más exigente y era más complicado convertir un lanzamiento en éxito sin que estuviera respaldado por una potente campaña publicitaria detrás. Una forma de no registrar una pérdida de ingresos y seguir comercializando un nuevo juego a un precio alto han sido las ediciones especiales o de coleccionistas de los títulos. Aunque este tema no es nuevo, sí que se ha popularizado en los últimos años, cuando casi todos los juegos ofrecen una versión más completa e incluso físicamente cuidada, para incorporar la banda sonora, contenido descargable o artículos de merchandising, llegando a veces a duplicar el precio original del juego en su edición básica.

El formato digital: juegos a precios para todos los bolsillos

Pero es sin duda el “boom” del juego digital, con el PC a la cabeza, lo que ha terminado de dinamitar la industria. Plataformas como Steam, GoG u Origin lanzan al mercado los títulos a precios que en ocasiones están rebajados casi a la mitad con respecto a sus equivalentes en formato físico y los consumidores responden con cifras de ventas mareantes. No obstante, desde la industria alertan del doble filo de esta política.

Por un lado, las ofertas puntuales de juegos rebajados en formato digital hacen que millones de jugadores compren productos por el mero hecho de consumir, sin ni siquiera plantearse si se va a tener tiempo de jugar más adelante a esos títulos. Es lo que se llama la caza de la oferta y según denuncian algunos como el propio Tony Bartel, está creando una corriente de pensamiento en la cual se está aceptando el umbral de 35 dólares como un precio aceptable lo que pone al juego físico contra las cuerdas.

De hecho muchos estudios de videojuegos se han quejado de que hoy en día o lanzas un título tiple A o lo tienes muy complicado para conseguir financiación, y lamentablemente no todos los juegos que se lanzan con esas pretensiones consiguen cuadrar las cuentas una vez acabada la campaña comercial.

Ante esto los juegos digitales han fomentado la vuelta a la esencia de la industria, con estudios independientes que están sacando auténticas joyas con pocos recursos y que luego lanzan al mercado a precios que en la mayoría de casos no superan los 20 euros. Ante esto, muchos jugadores están respondiendo comprando títulos en formato digital y en el futuro, todo parece indicar que la tendencia seguirá, visto el apoyo que desde el mundo de las consolas (con Sony y Microsoft a la cabeza) se hace al formato digital. Ya se habló en la anterior generación acerca de la posibilidad de lanzar modelos sin lectores de discos y es algo que gracias a las tecnologías de banda ancha del futuro será una realidad generalizada en pocos años.

El “octavo arte” siempre en movimiento

Videojuegos recientes como Destiny, han echado mano de un marketing monstruoso para generar una peligrosa expectación sobre el nuevo producto. Y decimos lo de peligrosa porque crear un “hype” tan grande entre el público puede llevar a que el resultado final no se asemeje a lo que se había imaginado de antemano, pudiendo hacer que se resientan futuras entregas de una saga o franquicia importante.

Pero a veces esas campañas son el mejor escaparate para un producto sobre el que se han dedicado miles de horas de esfuerzo y creatividad. Muchos consideran a los videojuegos como el “octavo arte” y no les falta razón. Sus personajes se han introducido en la cultura inundando casi todos los rincones de la sociedad y conforme envejece la población, más relevancia van adquiriendo. Las primeras generaciones de jugadores ya hace tiempo que pintan canas y la oferta del mercado ha tenido que adaptarse a un público más maduro pero igualmente ávido a la hora de jugar.

Esto ha supuesto que las consolas hayan dejado de ser poco a poco un mero aparato para encender, jugar y apagar. Las últimas máquinas de Sony, Microsoft y Nintendo son auténticos centros de entretenimiento que buscan ofrecer algo más que puro ocio digital. Pero tanto artificio requiere de unos números equilibrados y si no se aumentan los compradores al mismo ritmo que se disminuyen los precios, el futuro de los videojuegos podría volver a cambiar, con más juegos que apuesten únicamente por refritos de títulos -algo que ya sucede con demasiada reiteración- que han sido un éxito en el pasado. Y a todo esto, el Black Friday a punto de comenzar, con lo que se avecinan grandes descuentos tanto en formato físico como en digital.

¿Pensáis como el presidente de GameStop que los juegos digitales ponen en riesgo el futuro de la industria?

 

Fuente: adslzone