De buenas prácticas en copias de seguridad podría hablarse largo y tendido, pero todas derivan obligatoriamente en un fin: poder rescatar datos y que éstos permanezcan a salvo. A este respecto conviene trazar una política coherente en cuanto a tiempos y medios de almacenamiento en base al volumen de datos a gestionar.

Sin embargo, independientemente de la cantidad de datos generada, que las copias de seguridad estén cuanto más actualizadas mejor, es un requisito indispensable. Por ello será el volumen de datos y la frecuencia con la que se realice la copia de seguridad lo que determine usar uno u otro tipo de copia de seguridad:

  1. Copia de seguridad total: Exactamente eso, una copia de todos los datos seleccionados.
  2. Copia de seguridad incremental: En este caso se realiza una copia de seguridad total solo la primera vez, y las siguientes guardarán los datos que se generen en adelante y los cambios en datos ya almacenados.
  3. Copias de seguridad diferencial: Similar al modelo anterior, las copias diferenciales guardan únicamente los datos modificados desde la última copia total que se haya hecho. Son más completas, pero ocupan más espacio.

Las herramientas para realizar copias de seguridad son diversas, y de hecho los principales sistemas operativos incluyen las suyas propias de serie. Por lo tanto, el cómo varía de un sistema a otro; el dónde, no: ¿almacenamiento propio o externo?

Si la cantidad y complejidad de los datos a guardar es poca y el encargo de la labor es tenaz, un disco o incluso un servidor propio pueden ser una buena solución. En caso contrario, el almacenamiento remoto, la nube si se prefiere, es una apuesta más acorde a los tiempos que corren, más cómoda, sencilla y barata y, con las precauciones necesarias, muy segura, además de desplegar, por lo general, el modelo de copia incremental.

 

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Fuente: muyseguridad