Se trata de un mapa tridimensional de nuestra región de la Vía Láctea, elaborado gracias a los datos del telescopio espacial europeo Gaia. Es una cartografía en 3D que, según los estudios, por primera vez, permite “volar” alrededor y a través de las nubes de polvo y gas donde nacen las estrellas, revelando secretos del espacio que hasta ahora no conocíamos.
El espacio, como nunca antes
La misión Gaia, lanzada en 2013 por la Agencia Espacial Europea, ha pasado más de una década recopilando información de miles de millones de estrellas. Su objetivo era construir el mapa más detallado de nuestra galaxia, y lo ha conseguido. A través del análisis de la luz de decenas de millones de estrellas, los científicos han podido detectar cómo el polvo interestelar atenúa y enrojece esa luz, del mismo modo que la niebla distorsiona los faros de un coche en la carretera. Esa diferencia ha permitido calcular con una precisión inédita la distribución del gas y el polvo, elementos fundamentales en los procesos de nacimiento estelar.
El resultado es un modelo tridimensional que alcanza hasta 4.000 años luz desde el Sol y que ofrece una visión completamente nueva de nuestro vecindario cósmico. Nebulosas que hasta ahora solo conocíamos en espectaculares imágenes en dos dimensiones, como la Nebulosa de Orión, la Nebulosa de Norteamérica o la Nebulosa de California, aparecen ahora con volumen, con estructuras complejas y corrientes de gas que revelan la dinámica interna de esos viveros de estrellas. Gracias a estos datos, los astrónomos pueden entender cómo interactúan las estrellas jóvenes con el entorno que las rodea, y cómo esas interacciones moldean el espacio que habitamos.
Lo más impresionante de este avance es que no hablamos solo de imágenes estáticas. Los investigadores han podido crear representaciones dinámicas, casi cinematográficas, que permiten recorrer estas regiones desde distintos ángulos, como si de una película se tratase. Esta nueva perspectiva nos ayuda a tener una idea más clara de la magnitud y belleza de los procesos que ocurren a nuestro alrededor. Por primera vez, podemos decir que tenemos una visión tridimensional fiable de nuestro trozo de galaxia.
El mapa no solo muestra nubes y nebulosas. Entre sus hallazgos más sorprendentes está la confirmación de una gigantesca cavidad en el espacio interestelar, una especie de burbuja creada, probablemente, por la radiación de estrellas masivas que, al liberar su energía, ionizan el gas y lo dispersan. Gracias a esto, podemos entender cómo funciona el nacimiento y la muerte de estrellas y cómo estos influyen en la estructura general de la Vía Láctea, remodelando continuamente su paisaje.
No pueden usarse de momento
Gaia no puede observar directamente las nubes donde se forman las estrellas, pero sí medir cómo afectan a la luz que nos llega. A partir de esas mediciones, y con la ayuda de potentes algoritmos y recursos computacionales, se ha levantado esta cartografía única. El esfuerzo ha requerido analizar datos de más de 44 millones de estrellas ordinarias y de un pequeño grupo de estrellas de tipo O, enormes y extremadamente luminosas, cuya influencia en el entorno es determinante. Estas estrellas, rarísimas en el Universo, son tan poderosas que su radiación altera el gas que las rodea y se convierten en auténticos motores de formación estelar.
Los científicos aseguran que este mapa es solo el comienzo. Ya se planea una cuarta publicación de datos de Gaia en 2026, con aún más información, y otra en 2030 que podría ampliar nuestra visión mucho más allá de los límites actuales. La Vía Láctea por fin será desvelada con un nivel de fidelidad extrema. Este, se suma a otro importantes hallazgos, como el de las Galaxias Hidra.
Lo que hasta hace poco parecía inalcanzable, como es ver el nacimiento de estrellas en un entorno tridimensional, hoy ya es una realidad científica. Y aunque de momento estos mapas son herramientas de investigación, todo apunta a que en un futuro cercano podremos disfrutar de ellos de forma interactiva, explorando nuestra galaxia desde casa como si fuese un viaje virtual.
Fuente: Academic.Oup | adslzone