El 14 de octubre de 2025 está marcado en rojo como fecha clave para los usuarios de ordenadores Windows, con el final del soporte para Windows 10, uno de los sistemas más estables y utilizados de los últimos tiempos. Tras esa fecha, solo podrán seguir recibiendo actualizaciones de seguridad quienes paguen por el soporte extendido. El resto, estarán expuestos a vulnerabilidades en el sistema.
¿Merece la pena actualizar a Windows 12?
No es la primera vez que ocurre. Ya lo vimos con Windows 7, un sistema que muchos se resistieron a abandonar hasta el último momento, y que aún hoy sigue presente en algunos ordenadores antiguos. Con Windows 10, el escenario es similar. Estamos ante un sistema sólido, familiar y funcional que sigue rindiendo bien en muchos equipos, pero que, queramos o no, tiene los días contados, llegando a su fin en unos meses.
La cuestión, por tanto, no es si debemos actualizar, sino cuándo hacerlo. Y aquí es donde entra en juego Windows 12, la gran incógnita. Aunque Microsoft no lo ha anunciado oficialmente, todos los rumores apuntan a que esta nueva versión llegará a finales de 2025 o principios de 2026, justo cuando se dé carpetazo a Windows 10. La gran apuesta de este nuevo sistema operativo será, como no puede ser de otra forma, la inteligencia artificial.
Windows 12 no será solamente una renovación en términos estéticos, ya que diseñado para explotar al máximo el nuevo hardware que ya está llegando al mercado, especialmente los procesadores con unidades de procesamiento neuronal. Esto, a modo de traducción, permitirá integrar funciones de IA directamente en el sistema, como asistentes más inteligentes o incluso capacidades de automatización avanzadas. Pero hay un problema, y es que como pasa con muchos modelos de IA, no todos los ordenadores están preparados para hacer funcionar sus capacidades.
De hecho, si tu equipo no es compatible con Windows 11, mucho menos lo será con Windows 12. Y eso significa que quizá no valga la pena esperar si tu intención era prolongar la vida útil del dispositivo actual. Por el contrario, si tu PC cumple con los requisitos y no tienes prisa, puede que lo más inteligente sea aguantar con Windows 10 y dar el salto cuando realmente haya una diferencia significativa.
La realidad es que Windows 11, pese a las mejoras que ha ido incorporando desde su lanzamiento en 2021, no ha terminado de convencer a todos. Muchos lo ven como un Windows 10 con cambios estéticos, para parecerse en cierto modo a macOS, con la barra inferior centrada, iconos y menús con las esquinas redondeadas, algunas animaciones más pulida, pero poco más. En términos de funcionalidad, la experiencia no siempre justifica el cambio, especialmente si tu equipo actual rinde bien.
Eso no significa que Windows 11 no tenga ventajas. Es más eficiente, está mejor adaptado al hardware moderno y cuenta con una mayor integración de servicios como Copilot, el asistente basado en IA de Microsoft. Pero si no necesitas nada de eso, es comprensible que prefieras seguir con lo que ya conoces y te funciona.
Entonces, ¿qué hacer? Si utilizas el ordenador para tareas importantes y delicadas, como puede ser la gestión de documentos importantes o el trabajo en red, es recomendable ir planificando el salto, ya sea a Windows 11 o a un nuevo equipo con Windows 12 cuando llegue. También puedes optar por pagar el soporte extendido durante un par de años más, como solución momentánea hasta que renueves tu dispositivo.
En cambio, si tu uso es más doméstico y sabes manejarte con ciertas precauciones básicas de seguridad, puedes estirar Windows 10 un poco más, al menos hasta ver cómo aterriza la próxima versión. Eso sí, con la conciencia de que cada día que pase tras el fin del soporte te expone un poco más.
Lo que está claro es que actualizar por actualizar no tiene sentido. Microsoft está afinando su estrategia con cada versión, y no siempre es bueno ser el primero en subirse al tren. Esperar puede ser, en este caso, una jugada más inteligente.
Fuente: adslzone


