¿Recuerdas cuando éramos felices en un momento en que el streaming afloraba en nuestras vidas? Parecía que el panorama de la legalidad se estabilizaba y la única manera de establecer un punto de inflexión era mediante la persuasión y el convencimiento hacia el público para que pagase una membresía. Y así ha sido. El lanzamiento de una enorme cantidad de contenido a través de Internet por un módico precio y la posibilidad de poder consumirlo desde cualquier lugar fueron los grandes alicientes que terminaron por cautivar a una audiencia reticente, ya que, hace 10 años, pagar por ver películas y series se consideraba algo insólito.

Netflix fue de las primeras en dar el paso hacia la nueva era del consumo de la televisión en los hogares de todo el mundo. Luego vino el resto. Pero la intención de querer mejorar la calidad de sus producciones y lanzar más programación de forma mensual cuenta con un importante sacrificio: la llegada de la publicidad. Como se suele decir, la ambición rompe el saco, y el objetivo de la gran N y compañía es que, si quieres esquivar los anuncios, hay que pagar más. Y esto se hace cada vez menos accesible.

Netflix es la que más duplica su precio si no quieres ver anuncios

Volvemos a las andadas con el debate de la publicidad en las aplicaciones de streaming. Esta vez, la OCU ha comparado los desmesurados precios que se ven alterados cada cierto tiempo cuando se produce una subida repentina y, cuando creíamos que nos habíamos despedido de los dichosos anuncios, van y nos chantajean con el argumento de que, si no los quieres, debes arrimar más dinero.

La versión con anuncios en Netflix cuesta a día de hoy 6,99 euros, con la implicación de que verás un contenido más reducido que su modalidad Estándar sin anuncios por 13,99 euros, es decir, 7 euros más para quitar los spots y garantizar la posibilidad de visualizar todo su catálogo. Por el contrario, la diferencia en Disney+ es de 3 euros, en Max de 4 euros, en Amazon Prime Video de 2 euros (la que mejor ahorro conserva) y en SkyShowtime de 3 euros.

Como puedes comprobar, el coste del plan con publicidad de Netflix se ha elevado tanto que hace unos años pagábamos por, prácticamente, lo mismo sin tener que lidiar con anuncios, ya que la suscripción básica rondaba los 7,99 euros en 2015. A partir de este momento, todo se ha encarecido a unos niveles devastadores, por no hablar del plan premium, que si antes lo teníamos por 11,99 euros, en la actualidad lo podemos encontrar por 19,99 euros, traduciéndose en un 66,72 % más caro.

Una tentación que corre a cargo de tu elección

Tras vislumbrar estos datos escandalosos, nos damos cuenta de la enorme complejidad que supone alejarse de todo aquello que tenga que ver con los emplazamientos publicitarios, por lo que es algo que a mucha gente le produce rechazo. Decidir o no ver publicidad se basa en la decisión de cada uno, pero igualmente es algo que puede ponerte en una clara disyuntiva.

Sin duda, estamos sometidos a tener que acostumbrarnos a un modelo de altas tasas en las que deberás elegir un camino: sacar la cartera para soltar más pasta o continuar viendo anuncios.

 

Fuente: OCU | adslzone