En entornos profesionales, el correo electrónico continúa posicionado como una de las herramientas más utilizadas para comunicarnos. Durante los últimos años, pese al surgimiento de todo tipo de aplicaciones que permiten una comunicación más instantánea, la realidad es que el grueso de las comunicaciones ha logrado resistirse a todas ellas, manteniendo al mail ocupando la posición de liderazgo.

Pese a que se trata de un sistema de comunicación asíncrono, últimamente se ha extendido el uso de diferentes recursos que nos permiten rastrear cuando un correo electrónico es abierto por el destinatario. Ofreciéndonos información muy valiosa que no siempre estamos dispuestos a proporcionar. A continuación te contamos cuáles son las vías que existen para poder evitar que rastreen el momento en el que leemos un correo electrónico.

Descarga de contenido en remoto

Desde el mismo momento en el que abrimos un correo electrónico, la persona que lo ha enviado puede recibir una gran cantidad de información: desde el lugar aproximado, desde el que lo hemos abierto hasta el número de veces que lo hemos consultado o los clics que hemos hecho en algún enlace. Esto se produce como consecuencia de la presencia de una serie de imágenes diminutas que reciben el nombre de píxeles de seguimiento. Además, también existen otras fórmulas algo más complejas, pero igualmente utilizadas, que sirven para que los remitentes de los correos electrónicos puedan acceder a esta información.

Para evitar esta situación, tenemos dos vías principalmente. La primera de ellas, y la más sencilla, es desactivar la carga automática de contenido en remoto. En algunos clientes de correo, esta función viene desactivada por defecto. En otros tendremos que desactivarla a mano. Con esta acción, logramos detener la descarga de imágenes hasta que nosotros estemos interesados en interactuar con algún correo en específico. 

Para intentar frenar esta situación, muchos equipos de marketing han optado por trabajar con mails en los que todo el texto se encuentra dentro de imágenes que son diseñadas previamente. Para que no se pueda acceder al contenido del mail sin descargar las mismas y, por tanto, comenzar a recabar toda nuestra información. Por lo que tenemos que encontrar el equilibrio perfecto entre privacidad y funcionalidad. Hacer una buena gestión de nuestras listas de correo en las que estamos suscritos y marcar como spam todos los remitentes en los que no estamos interesados puede ser un buen primer paso. 

En función del sistema operativo con el que trabajemos, así como del cliente particular desde el que gestionemos nuestro correo electrónico, la ruta para acceder a este ajuste puede variar. Sin embargo, en la mayoría de los casos lo encontraremos dentro de la pestaña de Privacidad en el menú de ajustes de nuestro correo electrónico.

Desactiva el HTML

La segunda vía por la que podemos optar para evitar que nos rastreen tiene que ver con el código HTML. Si desactivamos el HTML de nuestro correo electrónico, el formato de nuestros mails también cambiará por completo y no podremos disfrutar del diseño atractivo con el que cuentan algunos correos. Pero, como punto a destacar, también evitaremos cualquier rastreo en remoto que pueda comprometer nuestra privacidad.

En este caso, podremos acceder al menú de configuración de nuestro correo electrónico en cuestión u optar por las opciones que nos ofrece nuestro cliente. Por ejemplo, en el caso de Gmail, la compañía nos obliga a acceder desde un link específico para acceder a nuestro correo en vista clásica, con el HTML desactivado. De esta forma, tampoco podrán rastrear las aperturas y evitaremos las notificaciones que mandamos cuando abrimos un correo electrónico.

 

Fuente: adslzone