En nuestro teléfono inteligente, así como en nuestra tableta, encontraremos la posibilidad de abrir la multitarea, ya sea Android o iOS. Una vez hacemos esto, se despliega una pantalla con todas las aplicaciones que están funcionando en segundo plano. Hay una diferencia entre aplicaciones en segundo plano y procesos en segundo plano, que en ciertos casos coincide, pero siempre mantendremos más procesos que aplicaciones. De los procesos en segundo plano depende el control de brillo automático de la pantalla, la gestión de la antena móvil, el funcionamiento del launcher, y otra serie de funciones que en ningún momento necesitamos ajustar o manipular. Ahora bien, las apps en segundo plano son software que, voluntariamente, hemos ejecutado y que además muestra una UI o interfaz de usuario.

Las aplicaciones, además, pueden valerse de varios procesos para su funcionamiento, así como el uso de una memoria caché, una gestión del almacenamiento para el uso de archivos temporales como, por ejemplo, imágenes que se muestran en la aplicación. En la gran mayoría de casos, cuando cerramos una aplicación en segundo plano, esta memoria caché se borra. Por otra parte, hay que recordar que iOS y Android están diseñados para destinar los recursos mínimos a las apps ejecutadas en segundo plano.

Según lo anterior, y es tan solo una forma muy sintetizada de comprender el funcionamiento de nuestro sistema operativo móvil, si cerramos una aplicación abierta en segundo plano, y volvemos a ejecutarla, provocaremos que los archivos almacenados en caché se vuelvan a cargar, además de destinar un porcentaje mayor de nuestros recursos al funcionamiento de la aplicación. Ahora bien, aunque el consumo sea menor manteniendo la app en segundo plano, pasado un determinado tiempo -depende de cada aplicación- será el mismo que si la hubiésemos cerrado y abierto de nuevo, y se superará una vez pasado este punto concreto.

Por lo tanto, no se puede determinar de una forma tajante si es conveniente, o no, cerrar las aplicaciones en segundo plano. Esta decisión debemos tomarla nosotros mismos, en función del uso que hagamos de nuestro teléfono inteligente o tableta. Lo que sí se puede asegurar es que, si estamos 15 minutos seguidos utilizando WhatsApp, será mejor que dejemos la aplicación funcionando en segundo plano, en lugar de estar abriéndola y cerrándola de forma constante. Además, aplicaciones como WhatsApp que reciben notificaciones push, mantienen de forma constante un proceso ejecutándose en segundo plano, aunque cerremos la aplicación.

 

Fuente: adslzone