Aunque en esta ocasión vamos a centrarnos en las bajas temperaturas, el frío del invierno, las baterías de los teléfonos inteligentes se ven afectadas por los cambios de temperatura. Es decir, que también les afecta de forma negativa el calor. En datos concretos, la capacidad de batería se puede ver mermada en un 15% aproximadamente a 40 ºC; pero además, el calor sí puede provocar ‘efectos secundarios’ sobre la batería de forma permanente. Sin embargo, con el frío, a -5 ºC se puede perder hasta un 20% de capacidad, pero una vez que se recupere la temperatura correcta, no se habrán sufrido daños de ningún tipo.
Las bajas temperaturas provocan que la autonomía de un teléfono inteligente se reduzca considerablemente. El frío afecta a la batería
Aunque la temperatura sea de -5 ºC, por ejemplo, es complicado que el dispositivo esté a esa temperatura; en primer lugar porque en el bolsillo está pegado a nosotros y por tanto no llega a enfriarse tanto. Y en segundo lugar, porque el propio funcionamiento de sus componentes internos provoca cierto calor. Es decir, que la temperatura exterior raramente será la temperatura de la batería. No obstante, si vamos a esquiar –por ejemplo-, sí es recomendable utilizar una funda tipo calcetín cuando lo tengamos guardado, si no queremos que el frío afecte a la autonomía del dispositivo.
Además de la ‘pérdida de batería’ de forma temporal, también podemos ver que el rendimiento general se ve afectado de forma negativa por el frío y, sobre todo, la pantalla puede sufrir ralentizaciones. En cualquier caso, como decíamos, es mucho más peligroso el calor para el dispositivo. Sobre todo porque puede provocar daños permanentes en diversos componentes del terminal.
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