En muchos casos, a no ser que fuésemos profesionales que nos ganábamos la vida haciendo tareas específicas en las que era necesario un PC tan avanzado, el equipo se convertía en un elemento muy desaprovechado. Aquí podemos exceptuar, siempre existen excepciones, a los jugones, que realmente exprimían al máximo el equipo, aunque siempre había otras variantes, por ejemplo, las consolas.

Esto es algo que se ha extrapolado hoy en día al mundo de la telefonía móvil, donde en muchos casos, no digo en todos, tener el smartphone más avanzado del mercado se ha convertido en un tema se casi de status social. Cierto es que los actuales teléfonos inteligentes ya no solo se pueden considerar como eso, teléfonos, sino que se han convertido en unos versátiles dispositivos multitarea que, por qué no decirlo, mejoran ostensiblemente nuestra calidad de vida, o al menos nos ayudan a vivirla más cómodamente. Mientras que hace relativamente pocos años la utilidad de estos dispositivos se limitaba a las llamadas, los mensajes, algún juego básico y los más avanzados a hacer fotografías, por llamarlas de algún modo, en la actualidad la cosa ha cambiado mucho. Llevar en el bolsillo uno de los smartphones actuales supone llevar un mini ordenador que cabe en la palma de la mano. O también se podría ver desde otra perspectiva, supone llevar un teléfono, una cámara de fotos en ocasiones ya casi comparable a una réflex, un GPS, un reproductor de música, cámara de vídeo, ordenador portátil, brújula, miniconsola de juegos, etc.

Por todo ello el smartphone se ha convertido en un aparato sin el que no podemos salir de casa y que se ha convertido en un elemento imprescindible en el día a día de muchos millones de personas. Hay muchas marcas y aún más modelos que tenemos a nuestra disposición en el mercado, cada uno de ellos con unas prestaciones, un acabado y como no, un precio. Lo que aquí nos ocupa es si merece la pena gastar, 700 u 800 euros en un dispositivo de estos.

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Hay que partir de la base de que este es un tema bastante delicado y que hacer un desembolso económico a priori tan importante para la mayoría, depende de cada persona y de su solvencia económica, claro. Hay que admitir que los smartphones más avanzados del mercado tienen unas especificaciones superiores a otros más básicos, ya sea en potencia interna, óptica de las cámaras, tamaño y definición de la pantalla o acabados externos, además de un diseño atractivo, un punto muy a tener en cuenta. La cuestión que se presenta es si en realidad necesitamos la potencia y prestaciones que nos ofrecen estos teléfonos, tal y como ocurría antaño con el tema de los súper PCs a los que hacíamos referencia anteriormente. La mayoría de las aplicaciones que usamos habitualmente no requieren de unas especificaciones tan elevadas para funcionar de manera fluida, seguramente no necesitemos una cámara con una óptica tan avanzada para hacer fotos de la comida o de los pies y subirlas a Instagram; incluso en muchos casos no necesitemos unas pantallas tan grandes y de alta definición para jugar a Clash of Clans, para eso tenemos la tablet, por ejemplo.

Entonces volvemos a plantearnos la misma pregunta, ¿merece la pena hacer esos desembolsos tan elevados? En la mayoría de los casos la respuesta es, no. En el mercado tenemos a nuestra disposición un gran número de los modelos que rondan los 300 o 350 euros y que cumplirán de sobra nuestras expectativas en el uso diario con el móvil. Pero claro, todo lo relacionado con el dinero es un tema muy personal, cada uno se lo gasta en lo que le dé la gana o en lo que sus posibilidades le permitan hacerlo. Realizar un desembolso de 700 euros en un teléfono móvil o hacerlo de 300 es como todo en esta vida, muy relativo, ¿o a quién no le gustaría pasearse con el Aventador de Cristiano Ronaldo en lugar de con un Ibiza?

 

Fuente: adslzone