25-08-2011 -

Primero, para que la reforma sea un paso para la reconciliación entre la política y la ciudadanía. No para contribuir a su desagarro definitivo. Y para ello el debate y la participación parecen insubstituibles. La democracia representativa se quedó sin suficientes nutrientes y energías. Necesitamos dosis e injertos de democracia participativa. No se trata de quimeras, ni de sueños, ni de utopías, sino de un reto inaplazable…”

Segundo, para que la reforma permita recuperar la credibilidad en nuestras instituciones, procedimientos y textos fundamentales. Paolo Flores d’Arcais decía que las leyes son el poder de los que no tienen poder. No redactemos y votemos la ley de leyes sin las personas, sin su participación, sin “su poder”. Tenemos tecnologías suficientes y transparentes para afrontar un desafío histórico. Esta crisis no es coyuntural, parece sistémica. Y necesitamos un revulsivo total. El modelo islandés, debe ser una experiencia a seguir, a considerar y a adecuar a nuestra situación. ¿Por qué no? (…)”

La Constitución 1.0 está agotada. No hagamos de esta reforma un trámite final y agónico, sino un reto nuevo e iniciático. Y si hay que tocarla puntualmente, incorporemos entonces en su texto el punto clave: reconocer Internet como un derecho humano básico, tal y como proponen las Naciones Unidas en su reciente declaración del pasado mes de junio. Esto, más que un techo de gasto limitante y resignado, sería una auténtica ventana abierta al futuro.

¡Viva la Constitución 2.0! Hagámoslo posible”.

‘Constitución 2.0?, por Antoni Gutiérrez-Rubí (en su blog | en elpais.com)

Tres puntos cruciales y colofón de un artículo que suscribo al cien por cien, porque llega cargado de razón y centra y actualiza perfectamente el debate. Te invito a leerlo completo porque no tiene desperdicio.

 

'Constitución 2.0' en el blog Mangas Verdes, de Manuel M. Almeida.

Fuente: internautas