Durante el pasado año 2010, el programa de intercambio de archivos musicales LimeWire acabó echando el cierre al haber sido declarado culpable por colaborar con la infracción de los derechos de autor y la propiedad intelectual. Un tribunal estadounidense acusó sentenció que Lime Group (la compañía creadora del software) "optimizó el programa para asegurarse que los usuarios puedan descargar discos, los cuales en su gran mayoría están protegidos con copyright".

El grupo de 13 discográficas que demandaron a los creadores del programa solicitaron entonces indemnizaciones por los daños que éste habría causado contra sus arcas. Estas compañías decidieron pedir cantidades que iban entre los 400.000 millones y los 75 billones de dólares. No nos equivocamos: solicitaban 75 billones de dólares, es decir, un 75 seguido de 12 ceros, lo que viene a ser trillones según el sistema de unidades que se emplea en Estados Unidos.

La misma jueza que dio la razón a las compañías en el cierre del programa, Kimba Wood, no ha dudado en calificar como "absurdas" las pretensiones de la industria musical. Tal y como publica Baquia, esta cifra máxima es incluso superior no sólo al PIB de todo el mundo, sino más de lo que han ganado esta industria desde que en toda su historia, como señaló la defensa. Por este motivo, Wood ha mantenido que esta solicitud es a todas luces "insostenible".

De este modo, conocemos un nuevo caso del sinsentido en el que ha convertido su camino la potente industria musical. Lejos de adaptar su modelo de negocio, parece haber perdido por completo el norte y reclama cantidades inimaginables. No en vano, las estimaciones sobre las supuestas pérdidas que le ha generado la piratería en Internet no son fiables del todo. Hace un año el propio Gobierno estadounidense confirmaba que "es difícil, si no imposible cuantificar los impactos (de la piratería) en la economía global".

Este mismo informe parece haber sido ignorado escandalosamente por los representantes de las discográficas, que reiteran el supuesto daño de las descargas en la economía y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo. Según los responsables del estudio, los informes presentados por la RIAA (asociación que agrupa a la industria musical estadounidense), "no tienen un origen claro" por lo que sus cifras no están confirmadas. Quizá por ello, puestos a inventar, demanden estas elevadísimas y absurdas cantidades.

 

Fuente: adslzone