01-03-2011 - Internet en nuestra ropa, en nuestro calzado, en nuestras televisiones, frigoríficos, automóviles, incluso en nuestro propio cuerpo.

Pero para que este momento llegue, tenemos que resolver algunos pequeños problemas técnicos:

El primero de ellos es que hay que migrar desde el sistema actual que proporciona direcciones IP (IPv4), que son como los DNI de cada uno de nuestros accesos a Internet, por un nuevo sistema IPv6 que permitirá multiplicar por muchos ceros el número de direcciones asignables.

Ello permitiría, para el caso de que hiciera falta, asignar un acceso a Internet diferente a cada uno de los ladrillos de nuestras casas.

Para este cambio hace falta algo de tiempo, formación de los técnicos, y adaptación de los sistemas actuales a los nuevos, sin que tengamos que tirar a la basura nuestros equipos, que en esta época ya no se lleva el "cambie usted de equipo cada dos años" que se estilaba hace apenas cuatro o cinco años.

También hay que esperar al desarrollo de los RFDI (o identificadores de radio frecuencia), que son las "Etiquetas" que llevarán los objetos para poder ser leídas por ese Internet.

Y por supuesto hay que esperar una conectividad universal no solo en cuanto a banda ancha en unos estándares de calidad que hoy no se dan, sino en cuanto a precios asequibles. Como es lógico, no iremos a pagar el precio de una ADSL por cada uno de los ladrillos de nuestras casas.

Ese horizonte tecnico/temporal nos sitúa según algunos expertos en 2050, pero yo les aseguro que mucho antes habrá cambios espectaculares.

¿Que supondrá Internet en los objetos en nuestra vida cotidiana? Pues imaginen que cualquier cosa contenga toda la información necesaria sobre su uso, su manual de instrucciones, su trazabilidad, los materiales con los que está fabricada, procedimientos para su autoreparación para el caso de que se estropee, y por supuesto olvidémonos de pérdidas o robos.

También imaginémonos de cara a la cultura, la historia o el arte, en cualquier reproducción de una moneda romana, podemos incluir tanta información como la que cabe en la Enciclopedia Británica.

¿Y en las personas? Podremos llevar encima cualquier tipo de información necesaria que seguramente será accesible por quienes tengan los protocolos adecuados para obtenerla (médicos para nuestro historial clínico, alergias, intolerancias, adn, etc. Policía para nuestros antecedentes y Hacienda para nuestro historial). Todo esto parece hoy ciencia ficción y sobre todo parece impensable que todo esto sea compatible con políticas de privacidad o derecho a la intimidad, pero, créanme, la carta de derechos fundamentales se cambia a golpe de decreto. De hecho ha sido así a lo largo de la historia.

Pero lejos de hablar de ciencia ficción, quiero dejarles algunos ejemplos de hoy mismo sobre la implantación del Internet en los objetos:

Uno de los sectores más activos en el uso de los RFDI son la moda y la confección. Un RFDI en una prenda permite el seguimiento logístico a los productos, ya que los lectores son capaces de determinar el momento en el que entran o salen de un almacén o de un medio de transporte sin necesidad de abrir los contenedores, pero también podríamos usarlos como tarjetas de pago automático de las prendas o como etiqueta antirrobo .

Uno de estos identificadores en un zapato permitiría además de lo anterior, una localización permanente de quién los lleva puestos (imagínense lo que supondría para enfermos de Alzheimer, montañeros perdidos o victimas de terremotos) o una monitorización de las constantes físicas tales como kilómetros andados ,velocidad media, calorías consumidas, histórico del ejercicio o incluso hasta la medición de la tensión arterial. Imagínense cuantas oportunidades se abren para nuestras empresas si saben innovar lo suficiente para adelantarse.

Otro sector que está ya en el mercado es el de los automóviles. De momento hay empresas que están experimentando en algunos mercados concretos para dotar algunos modelos de automóviles de conexión permanente a Internet (3G e incluso 4G) . Ejemplos de esto son Peugeot en México y Chevrolet en Argentina. Por supuesto no se queda atrás Audi quién ha dicho que en 2011 permitirá que algunos de sus modelos sirvan como hotspot para el resto de dispositivos que pudiésemos llevar dentro del vehículo. Y la promesa se está convirtiendo en realidad con algunos modelos A8 y A6.
Durante el pasado Mobile World Congress, la empresa alemana anunció un acuerdo con el fabricante de teléfonos Alcatel-Lucent para proveer a sus coches de servicio de red 4G/LTE de hasta 5Mbps de velocidad, preparado para soportar hasta 6 dispositivos conectados de forma simultánea.

No teman, no es necesario tener poder adquisitivo como para comprarse un Audi para disfrutar de algo parecido a Internet de los objetos. Hay una aplicación para smartphones llamada GooTaxi para pedir un taxi sin que sea necesario realizar ninguna llamada telefónica, simplemente basta con activarla. La aplicación se encarga de localizar la posición del usuario y de enviar el taxi más cercano.

De momento solo está en funcionamiento en Madrid, Barcelona y Girona, pero pronto estará también disponible en otras ciudades como Palma de Mallorca, Alicante, Valencia, Murcia, Almería, Málaga, Jaén, Granada, Cádiz, Jerez, Sevilla, Córdoba, Las Palmas de Gran Canaria y se pretende llevarla a otros países. Sus gestores aseguran que han simplificado el proceso de pedir un taxi a tan sólo dos clics y 15 segundos.

¿Han pedido ustedes alguna vez un taxi en China? Quienes lo han hecho dicen que es una experiencia inolvidable, sobre todo para indicarle al taxista dónde queremos ir.
Con el Internet de los objetos, no habrá que hablar con el taxista. Nuestro teléfono le dirá al GPS del taxi la dirección exacta y el coche, probablemente conducido solo, nos llevará al sitio directamente.
¿Futuro? No tanto.

 

Opinión de PEPE ORTS PÉREZ en información.es

Fuente: internautas