18-02-2011 - Pospone, por visiones alicortas electorales o clientelares, las reformas necesarias que, sin embargo, anuncian cada poco. La llamada ley Sinde es uno de los ejemplos más acabados de la forma zapateril de hacer las cosas. España está a la cabeza de los países en los que menos se respeta la propiedad intelectual en la Red. Hace tiempo que las entidades de gestión y la embajada de los Estados Unidos (como han confirmado los cables de WikiLeaks) lo tenían como la primera de sus reclamaciones. La voracidad recaudatoria de la SGAE y compañía, sólo superada por su falta de transparencia, provocaron que se movilizaran miles de internautas contra el abuso del canon. Desde entonces, son grupos de presión activos cuya reacción puede suponer un costo electoral.

Como el asno de Buridán, los expertos electorales del PSOE han ido trampeando, sin decidirse, entre las presiones de los de la zeja y demás clientela cultureta y la opinión de buena parte de su electorado, sobre todo joven, que vive cada vez más en la Red. Con engaños a diestra y siniestra desde que llegaron al poder en 2004, sólo la presión ha conseguido que se tome una medida de tapadillo, y con evidente torpeza.
Lo lógico hubiera sido aprobar una nueva ley aprovechando el trabajo de la subcomisión parlamentaria de propiedad intelectual, donde se habían logrado acuerdos razonables. Pero se ha optado por el “como sea” zapateril.

A la chapuza legislativa del Gobierno (falta de tipificación, amenazas de corte de Internet, ausencia de garantías, deficiencias en la identificación del infractor…) se ha añadido la arrogancia de las entidades de gestión, añorantes de tiempos pasados en que todo lo podían, que se han dedicado a criminalizar a unos usuarios, llamándoles “piratas”. La mejor forma de acabar con la llamada piratería es favorecer las ofertas legales de contenidos, adaptando el modelo de negocio a los nuevos tiempos.

En los siete años de Zapatero, la derrota de la ley Sinde en el Congreso ha sido el mayor revolcón parlamentario socialista. Las presiones se han extremado y en el último momento el Gobierno ha cedido en el Senado en dos cuestiones más de imagen que de fondo. El problema continuará y se verá pronto la inutilidad de esta norma desdichada. Lo que no se entiende es qué gana el PP salvando la vida al PSOE y asociándose a este adefesio, cuando había mantenido una posición coherente y razonable, y el propio Mariano Rajoy estampó su firma contra el canon.


Columna de El Conciso en la Gaceta

Fuente: internautas