La presencia de dispositivos como teléfonos inteligentes en las aulas está regulada por los gobiernos de las comunidades autónomas, aunque en algunos territorios no hay normativa que lo regule y, directamente, queda la cuestión en manos de cada instituto. Estudios en Reino Unido al respecto han querido demostrar que la sola presencia del smarthpone en el bolsillo ya implica una distracción, equivalente a una semana de clase perdida al año. De hecho, los mismos estudios aseguran que la media de los estudiantes mejora cuando se prohíbe el uso del teléfono inteligente, e incluso acudir con él a clase.

El móvil es un problema, la distracción de los alumnos

Todas estas afirmaciones, y similares, se basan en que el estudiante no presta el mismo grado de atención al profesor cuando tiene el móvil en el bolsillo, mucho menos aún cuando lo utiliza mientras está en clase. Ahora bien, todo esto tiene que ver con un uso limitado del dispositivo, donde en ningún caso se contemplan los beneficios de su software o el acceso a toda la información que alberga Internet.

¿Qué hay de Internet?

Josep M. Duart, profesor de la UOC, asegura que “Internet no ha entrado todavía con fuerza en las programaciones de las asignaturas, en las metodologías docentes y de aprendizaje ni en los sistemas de evaluación”. En Internet encontramos todo tipo de información sobre cualquier disciplina y, evidentemente, la clave está en saber contrastar la información para encontrar material verdaderamente útil, y esto es algo que no se está enseñando en las aulas. Sí se están enseñando el manejo básico de un ordenador, las herramientas de ofimática y el acceso a Internet o la navegación por páginas web, pero aún no se está planteando la enseñanza de la tecnología, precisamente, como herramienta para el aprendizaje.

¿El móvil es una distracción porque se plantea como tabú?

Igual que hemos utilizado durante años ordenadores “limitados” por programas de software que sólo permiten acceso a ciertas funciones para su uso previo pago, también se pueden desarrollar herramientas que limiten el uso de aplicaciones móviles en las aulas. Es decir, entornos de software que sólo mantengan disponibles, mientras estamos en clase, aplicaciones como un lector de ebooks, el navegador de Internet -también con filtros-, y otras herramientas útiles para el aprendizaje. Es una solución, evidentemente, pero el quid de la cuestión está en lo que comentábamos anteriormente, la introducción a la tecnología y la enseñanza de su uso responsable como herramienta útil para el aprendizaje.

Mientras que los ordenadores ya han avanzado en este terreno y encontramos, a nivel universitario, interesantes plataformas como Moodle, los teléfonos inteligentes y las tabletas son los que se mantienen aún a la espera de una oportunidad. Evidentemente, los estudiantes cuentan con todo tipo de aplicaciones a su alcance para facilitar la tarea del aprendizaje, pero pocas soluciones se proponen para el uso conjunto por parte de los estudiantes dentro de las aulas.

¿Tiene sentido prohibir móviles y tabletas en los colegios?

Es otro punto de vista, el que planteo, y probablemente habrá opiniones muy diferentes. Ahora bien, recordando que no son verdades absolutas las que se plantean en este artículo, si me parece especialmente interesante plantear puntos de vista alternativos al “no por defecto” que se plantea en gran cantidad de centros de enseñanza. Porque, como es evidente, tenemos que contemplar los riesgos que supone, como son los ataques contra la intimidad por la incorporación de sistemas de grabación, o el riesgo de distracción que supone el móvil. Pero, ¿no tendría sentido fomentar el uso responsable? Volviendo al punto anterior, ¿no sería mejor “enseñar a aprender” con móviles y tabletas?

Si te interesa la cuestión, podemos debatir ampliamente en los comentarios del artículo.

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Fuente: adslzone