Y es que ya sabíamos que la NSA puede acceder a cualquier información que pase por servidores de Estados Unidos, bien a través de las grandes compañías de Internet (Microsoft, Google, Facebook, Yahoo, etc), pagando por ello si es preciso, bien mediante métodos menos ortodoxos, como puertas traseras (en el que caso que se dejen) o explotando vulnerabilidades en aplicaciones y protocolos. Lo mismo para dispositivos móviles.

Así, a estas alturas de la película, es difícil que alguien se sorprenda por una nueva “hazaña” de la NSA, y de hecho tampoco debería haberse sorprendido nadie por todo lo que hemos sabido estos meses. La NSA venía advirtiendo desde hace mucho tiempo que “no existe la seguridad estática“, y es razonable pensar que ante tal actitud, la mejor defensa es un buen ataque. Lo único sorprendente es que nos hayamos enterado, todo gracias a Edward Snowden.

Sin embargo, la NSA tiene un grande, descomunal problema frente sí: demasiados datos. La cantidad de información recogida es tan ingente, que no pueden conservarla durante mucho tiempo. O eso dicen los expertos.

 

Fuente: muyseguridad